3 Butacas de 5
Este viernes 10 de enero se estrena en España La mitad de Ana (2024), la ópera de la actriz española Marta Nieto en el largometraje que se basa en el corto Son (2022) dirigido por ella misma, y aborda con gran sensibilidad la cuestión tan de actualidad de la identidad de género en la infancia.
Ana (Marta Nieto) trabaja de vigilante de sala en un museo y cuida ella sola de su hija de ocho años Son (Noa Álvarez). La madre se ve obligada a reencontrarse con ella misma cuando Son empieza a replantearse cosas sobre su identidad en el nuevo curso escolar.
Desconozco el grado de implicación personal de la realizadora en el tema que trata, pero la sensibilidad y el respeto con que lo reflexiona traspasan la pantalla. Marta Nieto explora un aspecto tan delicado como la identidad de género en la edad temprana con un gusto narrativo y tonal admirable, y una puesta en escena que refuerza a la perfección esa idea de que madre e hija son dos mitades de un todo, con juegos de espejos y composiciones para unir a ambos personajes en el plano y unos encuadres muy cerrados entorno a ellos para acercarnos a su intimidad. Y es que, aunque el tema más impactante sea el conflicto de Son, la película trata realmente sobre la maternidad y sus complejidades, de ahí la focalización en Ana, y el enorme espacio que se da a sus momentos de introspección.
La comparación con 20.000 especies de abejas (2023) es inevitable, pero la película de Nieto combina ese retrato naturalista e íntimo de sus personajes que practicaba Solaguren, con un punto de realismo mágico muy diferenciador. El juego fantástico con las pinturas del museo en que Ana trabaja permite una metáfora original sobre la diversidad de formas de entender el mundo y la vida que existen, muchas veces más allá de nuestra propia concepción: tan solo es cuestión de expandir un poco la mente.
La mitad de Ana no deja de ser un drama intimista como otros muchos, con sus disputas entre personajes, momentos de reflexión introspectiva y tierna sensibilidad, que, aún sin ser demasiado memorable, consigue transmitir en gran parte por la maravillosa interpretación de la pequeña Noa Álvarez y por esos escasos momentos de abstracción fantástica ─que me recuerdan un poco a la también reciente, española e interesante Los últimos románticos (Azken erromantikoak) de David P. Sañudo─ en que la madre va encontrándose a sí misma y su nueva manera de ver las cosas. Una película ligera y corta (89 minutos) para disfrutar sin grandes expectativas.