2’5 Butacas de 5
La premisa de “Bambi, una vida en el bosque”, basada en el clásico libro de Félix Salten, tenía el potencial de ser algo especial: el primer live action, antes que el propio Disney, que lleva a la pantalla la historia original de Bambi, el cervatillo que enfrenta los retos de crecer en un mundo salvaje. Pero lo que prometía ser una experiencia mágica se convierte en una película que solo logra funcionar para el público más pequeño, niños de 0 a 5 años.
La película abre con una secuencia de tomas del bosque, acompañadas de una banda sonora que, aunque sencilla, evoca la inocencia de la naturaleza. Las imágenes del joven Bambi junto a su madre y los animales del bosque son tiernas, pero tienen el mismo problema que otros live action con animales reales, se sienten carentes de emoción desde el principio.
La narradora, quien te guía durante todo el filme, hace un esfuerzo por llenar esos vacíos emocionales, pero su tono monótono y repetitivo convierte las escenas en un relato que rápidamente pierde su magia.
La historia sigue el conocido arco de Bambi descubriendo el mundo, desde sus primeros pasos junto a su madre hasta las lecciones de supervivencia en el bosque. La interacción con el conejo, el cuervo y el mapache aporta algo de dinamismo, pero nunca llega a despegar por completo.
El mayor mérito está en el montaje. Michel Fessler logra la ilusión de que los animales interactúan, gracias a una cuidadosa edición y tomas ingeniosas usando técnicas como falsos cortes, atrezo, y bastantes tomas de apoyo como si de una documental se tratase.
A pesar de durar menos de hora y media, el ritmo es lento y la ausencia de diálogos convierten una experiencia que se siente interminable. Para un adulto, la película se percibe como una prueba de paciencia, y para niños mayores de 5 años, seguramente resultará aburrida.
El desenlace muestra a Bambi enfrentando su transición hacia la adultez, enfrentándose al otoño y a la amenaza de los cazadores. La música y la fotografía intentan añadir algo de peso a las escenas finales, pero el impacto emocional no llega porque el tono de la narración ya te ha agotado.
“Bambi, una vida en el bosque” es un esfuerzo técnico que merece reconocimiento por su montaje y por intentar algo diferente con animales reales. Sin embargo, como película, no logra conmover ni mantener el interés más allá de un público infantil muy específico. Con un guion simplista, un ritmo que se arrastra, y una narradora que apaga cualquier chispa de emoción, esta adaptación hubiera funcionado mejor como un cortometraje de 20 minutos. Una lección de que, a veces, menos, es más.