4 Butacas de 5
Era un poco escéptico con Mufasa: El Rey León porque la película que la precede, el remake de Jon Favreau, no lograba lo que los personajes de la peli original de los 90 sí conseguían: gesticular y mostrar emociones. No entendía el sentido de hacer una adaptación fotorrealista de estos animales, ya que, cuanto más realistas se vuelven, menos variedad de emociones pueden transmitir. Mantener esa fórmula me hacía ir con cautela.
El precedente de Jon Favreau parecía un hándicap. Sin embargo, que el equipo creativo fuera el habitual de Barry Jenkins aseguraba una sensibilidad autoral capaz de aportar algo diferente a una superproducción como El Rey León.
Hay cuatro nombres clave en los créditos de la película: el propio Barry Jenkins; Jeff Nathanson, el guionista detrás de La terminal y Atrápame si puedes, dos clásicos de Steven Spielberg; Nicholas Britell, el compositor de la banda sonora de Succession; y Lin-Manuel Miranda. Este último era la gran apuesta para continuar el legado musical de la película original.
Lin-Manuel Miranda viene avalado por canciones preciosas como “Dos oruguitas” de Encanto o “¿Qué hay más allá?” de Vaiana. Composiciones que daban esperanza de que esta película tuviera algún temazo. Y los tiene.
Mufasa es una película muy curiosa. No es revolucionaria, pero tampoco es repetitiva. No lleva la saga a un lugar distinto, pero no cae en la repetición en la que sí caía el remake de Jon Favreau. Propone toda una historia de origen para Mufasa y le da una consistencia increíble. Esta historia podría haberse contado antes que El Rey León original y funcionaría.
Lo que menos me convence es el constante vaivén entre el presente y el pasado. Las interrupciones de Timón y Pumba rompen un poco la magia del cuento. Aun así, como precuela, se mantiene sólida. Tiene “fan service”, pero no es excluyente. Si no conoces la historia original, sigue funcionando y aportando. Eso se valora mucho.
Entre las precuelas y secuelas de los clásicos de Disney, Mufasa ocupa un lugar especial por varias razones. Primero, porque las canciones originales arriesgan y aciertan, y crean una iconografía nueva. Segundo, porque los medios técnicos están plenamente justificados. Los paisajes —la selva, el desierto, las montañas— lucen increíbles. No echo de menos los colores y las formas vivas de la animación tradicional. Por último, se nota una dirección muy distintiva. Hay planos que no son habituales en este tipo de producciones: composiciones en las que la cámara se coloca donde uno menos se lo espera. Eso habla muy bien del equipo creativo y la dirección del proyecto.
En resumen, Mufasa justifica su existencia y se gana el valor de ser la precuela que El Rey León merece. Si eres fan de la original, la disfrutarás. Si no, puede introducirte a la saga mejor que el remake de Favreau.
Y si buscas una película para verte con palomitas y sentirte reconfortado, sin duda te recomendaría ver Mufasa estas vacaciones.