'Bird': Andrea Arnold despliega sus bellos plumajes

'Bird': Andrea Arnold despliega sus bellos plumajes

3’5 Butacas de 5

Bird” planea por los bajos fondos del Reino Unido, llevándote a conocer personajes hundidos en la miseria. “Bird” tiene una vocación de denuncia con un cierto dulzor de optimismo. “Bird” es una fábula escapista.

La última película de Andrea Arnold despliega todos esos temas y mucho más, un reflejo contemporáneo de la sociedad. Algo que nos hace cuestionarnos mucho a nivel político.

Nykiya Adams es todo un descubrimiento como actriz protagonista. Es hipnótica, contenida y fuerte. Esta chica se funde con su personaje, adquiriendo una coraza para no ser herida. Bailey es responsable y madura a pesar de ser una preadolescente. El mundo que le rodea le ha exigido siempre está entereza. Mientras que su padre está en un pico de aparente vitalidad, ella se encuentra en un punto de no retorno, perdiendo su infancia en un proceso de aceptación de sus miserias vitales. Viendo cómo su futuro y el de sus hermanas está hipotecado a las drogas y la miseria.

Como contrapunto, tenemos al actor irlandés Barry Keoghan que interpreta a su padre, Bug, un tatuado joven que tiene varios hijos de diferentes parejas y que ahora parece encontrar la estabilidad al querer casarse con su nueva pareja. La fórmula para poder organizar el evento es conseguir el dinero mediante las babas de un sapo tropical que funcionan como una droga. Keoghan es un actor sensacional que, a través de pequeños papeles en proyectos como “Dunkerque” o “Chernobyl”, se está labrando un estatus de estrella rebelde capaz de todo, siendo un intérprete versátil que juega muy bien con la psicología de sus personajes.

El tercer vértice de “Bird” es el personaje que da título a la película, un misterioso y extraño chico que aparece en la urbanización de Bailey en busca de un padre que nunca ha conocido. Interpretado por Franz Rogowski, el simbolismo y el misterio de este personaje hacen que Bailey quiera evolucionar y escapar de su situación en un viaje hacia la amistad y la libertad.

En definitiva, Andrea Arnold hace lo de siempre: un mapeado urbano a ritmo de música con una briosa y sucia puesta en escena, explorando esos territorios que tanto le interesan. La parte que se puede considerar fábula funciona peor en una película que no destaca dentro de la filmografía de la autora, pero sí es bastante llamativa para ir a ver al cine, especialmente si aún no has visto ninguna de sus filmes.

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