'The Seed of the Sacred Fig': ensayo sobre un mundo que no avanza en todas partes por igual

'The Seed of the Sacred Fig': ensayo sobre un mundo que no avanza en todas partes por igual

4’5 Butacas de 5

Próximamente se estrena en España The Seed of the Sacred Fig(2024) tras su paso por el Festival de San Sebastián, la nueva película del iraní Mohammad Rasoulof que expone la dura realidad sociopolítica de un país estancado en un tradicionalismo religioso que impide a la mujer avanzar. Un claro alegato político incisivo y contundente, que no teme plantar cara a lo que critica sin dejar de lado la técnica narrativa y cinematográfica.

Una serie de protestas contra el régimen comienzan en Irán, provocando la paranoia constate del juez de instrucción Iman (Missagh Zareh). Cuando su pistola desaparece, el padre de familia sospecha de sus hijas Sana y Rezvan (Setareh Maleki y Mahsa Rostami) y su mujer Najmeh (Soheila Golestani) sometiéndolas a unas duras condiciones que tensan sus relaciones.

El cine también sirve como recurso y altavoz para denunciar situaciones injustas. Otros directores iraníes como Asghar Farhadi (A propósito de Elly), Jafar Panahi (Los osos no existen) o Ali Abbasi (Holy Spider) han incidido en la crítica social y política de su país en algunos de sus trabajos. Aunque quizá la palma se la lleve Rasoulof, condenado y detenido en varias ocasiones por sus contenidos contra el régimen. Ahora desde el exilio, continúa su lucha con una película tan explícita en su mensaje como inteligente en sus formas narrativas para construirlo.

The Seed of the Sacred Fig es una obra monumental de casi tres horas de duración (168 min) que observa las relaciones interpersonales dentro de una familia al tiempo que dibuja un marco social externo cada vez más virulento. Al igual que Farhadi en su gran película Nader y Simin, una separación (2011) o A propósito de Elly (2004), el estudio de la sociedad general se produce a través del concreto más individualizado. En este caso, las tensiones familiares crecen cada vez más ―siempre por culpa de la figura paterna― de forma paralela al fuego en las calles.

La situación nacional se manifiesta continuamente en forma de vídeos en redes, conversaciones de la familia y el personaje de Sadaf (Nioushka Akhshi), la amiga de Rezvan. La familia teme por su integridad ya que la lucha es contra el Estado e Iman pertenece a su esqueleto, por lo que cuanta más virulencia social, menos equilibrio familiar.

Transcurridas unas dos horas de lenta y ascendente crispación entre sus personajes, el tono cambia completamente. Rasoulof arremete al espectador con un viraje narrativo impresionante. Todo lo externo, tan presente a lo largo de la película, desaparece. Los largos diálogos políticos y vídeos de manifestaciones se esfuman, sólo queda una familia descompuesta en un combate de supervivencia casi como si de una cinta slasher se tratase. El explícito tratamiento político y análisis social razonado durante dos horas ahora se materializa en práctica. La semilla ha germinado y esa sinécdoque denuncia cristaliza en un tercer acto desolador, en que llega un punto que el motivo inicial del enfrentamiento, estúpido de por sí, deja de importar e incluso se olvida de forma bastante significativa.

Con The Seed of the Sacred Fig, Mohammad Rasoulof proclama su discurso crítico sobre Irán ligando perfectamente el mensaje real con el medio cinematográfico, sin caer en el mero panfleto político; y añade una profundidad mayor a la cuestión atribuyendo a su personaje principal la particularidad de trabajar para el gobierno. Una situación que da pie a diferenciar pueblo y Estado, y los intereses de ambos bandos.

Una cinta cargada de reflexión, más aún desde su visionado occidental, con unas interpretaciones poderosísimas y una narrativa casi impecable. Veremos en San Sebastián, pero apunta a ser una de las películas del año.

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