3´5 Butacas de 5
Los tiempos cambian, y con ello el cine. Además de como entretenimiento, el séptimo arte debe servir también para contar historias que reflejan conflictos sociales, criticar comportamientos negativos que encontramos en nuestra sociedad, y luchar por cambiar las cosas. Es por eso que el cine LGTB está cogiendo fuerza en los últimos años. Cintas como Moonlight, Carol, Una mujer fantástica o Brokeback Mountain han ayudado a visibilizar aún más al colectivo, realizando historias tan bonitas como duras. Ahora llega a la cartelera un film que, a pesar de no resultar del todo innovador, nos da una nueva cara del drama que viven millones de personas por su sexualidad: Temblores.
Temblores nos sitúa en la Guatemala actual. Dentro de una familia extremadamente religiosa, Pablo vive una vida normal, casado con una mujer preciosa y con dos hijos, formando una familia. Todo cambia cuando Pablo conoce a Francisco, un hombre del cual se enamora perdidamente, tirando por la borda toda su vida, su familia devota, y su matrimonio evangélico. Desde ese momento, el hombre vivirá una lucha interna entre lo que quiere y lo que debe hacer para mantener a su familia unida, mientras que estos luchan por “curar” a Pablo de su enfermedad (porque, obviamente, siguen pensando que la homosexualidad es una enfermedad).
El guion, escrito por Jayro Bustamente, está muy bien planteado y construido. Es increíble como logra hablar de tantos temas relevantes, girando alrededor de estos, dentro de una historia que no resulta original, pero sí tremendamente reflexiva. La lucha que presenta el protagonista, entre ser uno mismo y ser quien la gente quiere que sea, está relatada desde el inicio del film, que funciona como una montaña rusa de emociones. A pesar de que vemos elementos narrativos que no encajan del todo en la historia (con el objetivo de buscar el drama por el drama), hay que decir que todo funciona a la perfección.
Temblores realiza una de las críticas sociales más brutales que vamos a ver este año en la gran pantalla. A lo largo del metraje, vemos como la lucha que existe entre el amor y la religión invade por completo la historia y al protagonista. Refleja con mucha exactitud y crudeza el poder que tiene la iglesia en ciertos países latinoamericanos y en todo el mundo, un poder que muchas veces utiliza para la represión y para dejar de lado a cualquier que no encaje en los límites establecidos por sus escrituras y sus creencias. Creo que es por eso por lo que Temblores me ha gustado tanto: no tiene miedo en poner a la religión como antagonista de esta historia.
Además de eso, Jayro Bustamente tampoco tiene miedo en poner a la sociedad heteropatriarcal en el ojo del conflicto. Por mucho que veamos a esta familia como una unidad ante la adversidad, el director los plantea como símbolo de lo hipócrita que pueden llegar a ser las personas, tirándose puñales los unos a los otros. Esto también hace que todos los personajes de la película sean muy ricos y estén desarrollados. Todos tienen un conflicto, algo que los mueve hacia delante y los destruye, y eso es súper enriquecedor para el espectador.
Por otro lado, la talentosa dirección de Bustamante es determinante para que la película no pase desapercibida. El guatemalteco logra emocionar al público a través de las imágenes que vemos en el film, algunas de ellas de mucho valor sentimental. Muchas veces es a través de los elementos más metafóricos y simbólicos cuando logra reflexionar más sobre los temas que hemos comentado anteriormente, hasta llegar a un desenlace agridulce, descafeinado, que deja un resquicio de esperanza para el espectador y para su protagonista.
Uno de los ámbitos que hacen que Temblores funcione tan bien es su reparto, lleno de talento y humanidad. Los intérpretes hacen que la película coja naturalidad, realismo, haciendo que todo el drama que vemos en pantalla se haga mucho más real. Primero, quería destacar el excepcional papel que realiza Juan Pablo Olyslager, que con su interpretación de Pablo emociona y transmite al espectador toda la desesperanza y desolación que siente su personaje. Tampoco nos podemos olvidar de las mujeres de la película, entre ellas Diane Bathem, que brilla con un personaje tan conflictivo como desesperado.
En conclusión, Temblores es una película poco original que tiene mucho que contar. Su reflexión acerca de la religión y la sexualidad, de la libertad para ser quien quieres ser, y su valentía a la hora de poner a la iglesia y al heteropatriarcado en el punto de mira hacen crecer al film, convirtiéndole en una película imprescindible en la cartelera. Un drama de personajes y crítica social que logrará emocionar al público con su facilidad y su realismo a la hora de contar una historia tan real como triste.