3 Butacas de 5
Con un tenso inicio que se traduce en un increíble sonido envolvente. La dirección de Daniel Calparsoro y el guion de Jorge Guerricaechevarría dan rienda suelta a una historia de robos con tintes de barrios marginales e historias de amor.
En un barrio de Madrid, Ángel (Miguel Herrán, A cambio de nada, La Casa de Papel) comienza sus andanzas en negocios de cero legalidad que le van introduciendo más y más en un mundo del que es muy difícil salir. Dinero, fiesta y disfrute parece ser la tierra prometida de cualquier joven.
La última pieza del director de Salto al vacío (1995) o Cien Años de Perdón es una película de acción que se centra en seguir un ritmo muy concreto como le pasaba en las anteriores; pero en esta ocasión, hay secuencias y pausas más acertadas. Hay una evolución de la acción más justificada que no cojea. Aunque la historia de amor no termina de hacer mella, el personaje de Carolina Yuste (Carmen y Lola) consigue brillar por su cuenta. Además, despecho y violencia suponen un aderezo bien mezclado, dando como resultados personajes como el de Luis Tosar, Rogelio, una de las fuerzas más marcadas de la película.
Si bien no se trata de una historia innovadora consigue el propósito de atraer la atención del espectador. Algunos de los factores negativos vienen también de una forma de indicar el lugar de la acción un tanto brusca, que para los dos primeros usos está bien; pero que haya algunas elipsis o saltos temporales tan bruscos y que el cambio de localización se especifique tanto (solo le falta un poquito de neón) descuadra mucho; puede incluso hacer que te desvíes del hilo de lo que va a suceder.
Sin embargo, en las escenas de fiesta de ambiente nocturno se toma su tiempo y los detalles; este conjunto termina resultando un poco desequilibrado. Pero aun así, no consigue que perdamos detalle de la historia que se desarrolla ante nuestras narices, basada además, en hechos reales.
Una historia al fin y al cabo dedicada a retratar una juventud que no está conforme con el mundo en que vivimos ni el lugar que ocupa en él.