3´5 Butacas de 5
Las nuevas corrientes del cine estadounidense y la renovación de algunos de los géneros ha provocado la entrada de una buena cantidad de mujeres dispuestas a contar sus historias. Después de estar durante muchos años olvidadas, estamos viendo como muchas directoras se salen de lo establecido para darnos cintas llenas de reflexión, simbolismo, o puro entretenimiento. Algunas de ellas, incluso, han dado el salto a cine de grandes compañías como Disney (como es el caso de Cate Shortland o Cathy Yan). A pesar de todo, el cine independiente suele ser el género origen de estas cineastas, como Shannon Murphy, que ahora nos presenta su ópera prima: El glorioso caos de la vida.
El glorioso caos de la vida nos presenta la historia de una joven que lucha contra el cáncer: Milla Finlay. La vida de esta chica dará un vuelco cuando conozca a Moses, un joven traficante de drogas cuya vida es un completo desastre. Aunque en un principio esta relación amorosa sea una preocupación para sus padres, pronto verán que ese nuevo amorío les hará ver la vida de una manera completamente distinta, disfrutando cada minuto antes de la previsible muerte de su hija.
El guion, escrito por Rita Kalnejais, tiene elementos muy positivos y, a su vez, bastante negativos. Por un lado, la construcción de la relación que establecen los dos protagonistas de la historia está realmente bien. Todo resulta muy natural y logra encandilar al espectador con ese tira y afloja que van creando Milla y Moses a lo largo de la narración. Por otro lado, la película sabe muy bien cómo fusionar el tremendo drama y los puntos más cómicos con soltura y sin que resulte extraño, algo muy complicado en cintas de este tipo, haciendo que el público se enganche más a la trama (a pesar de su predecible historia).
También nos encontramos con la primeriza dirección de Shannon Murphy, que derrocha frescura, talento y poca experiencia. Los temas más crudos y controvertidos de la película los trata con la sensibilidad que requieren, logra emocionar con algunas de las escenas más chocantes y emotivas que encontramos a lo largo del metraje. Esto no quita que muchas veces termine cayendo en los típicos clichés de películas de sobremesa, haciendo que la obra pierda interés y caiga en la poca originalidad de este tipo de dramas independientes.
Hay momentos en los que, por desgracia, a la directora solo le interesa la historia de estos dos jóvenes problemáticos. Tiene sentido, ya que es la trama principal y el gran conflicto de la película. Sin embargo, a lo largo de la cinta vemos como el guion comienza a abrir tramas que no llevan a ningún lado, que van a la deriva, sin ningún tipo de interés en ellas. Murphy abandona esas tramas cuando les interesa, sin prestarle atención a unos personajes que también tienen importancia en la historia. Es tan ambiciosa y tiene tanto interés en resultar independiente y reflexiva que termina dejando de lado algunos puntos clave de la narrativa audiovisual. El glorioso caos de la vida es una cinta ambiciosa que no logra su cometido en ese siglo.
Esta ambición y estas ganas por resultar algo diferente la podemos encontrar en el apartado técnico y en la estructura narrativa de la película. A lo largo del metraje encontramos capítulos o títulos, cada uno dedicado a un fragmento de la historia. Sin embargo, esto no aporta absolutamente nada a la trama, está puesto por pura estética, sin ningún objetivo. Eso es precisamente el mayor inconveniente de El glorioso caos de la vida: está tan empeñada en parecer independiente y no caer en lo típico que termina siendo insuficiente y nada original. Hay veces que resulta calculadora, medida al detalle para forzar la emoción en el espectador, y hay ocasiones en las que le sale bien.
La gran protagonista de esta historia es Eliza Scalen, y lo hace estupendamente. Después de verla en obras como Heridas abiertas o Mujercitas, por fin vemos a Scalen en un papel a su altura. La interprete le saca mucho partido a su Milla, dejándonos una interpretación cargada de emoción, creando un personaje tan odioso como querido. A pesar de que resulta por momentos sobreactuada, la actriz sabe muy bien lo que se hace. En cuanto al resto del reparto, lo único que puedo decir es que están fabulosos. Especialmente los dos adultos protagonistas: Ben Mendelsohn y Essie Davis, que están fantásticos en sus papeles de padres y madre de la protagonista.
En conclusión, El glorioso caos de la vida es una obra interesante y reflexiva que puede llegar a ser víctima de su propia ambición. El guion, que cuenta con elementos favorecedores, termina cayendo en clichés y en poca originalidad, dándonos una película en cierta manera predecible (a pesar de la tremenda construcción de ese amorío juvenil). Los personajes y su construcción son exquisitos, mientras que la dirección de Murphy tiene claros y (algunos) oscuros. Scalen está fenomenal y emotiva en un papel que definirá su carrera.