2 Butacas de 5
He perdido la cuenta del número de películas, series y otros productos televisivos que nos han narrado las peripecias de personas normales que tienen poderes o los adquieren para luchar contra las fuerzas del mal. La cultura del entretenimiento es una fuente inagotable para este tipo de géneros, a veces para bien, otras para mantener la balanza de la espectacularidad y otras directamente para que caigamos en el pozo de la inercia.
Proyecto Power llega a Netflix para satisfacer el hambre más voraz de un buen puñado de fanboys que necesiten calmar su sed de personas con poderes. Y es que la nueva película de Netflix, pese a contar con un elenco que a priori puede ser potente, termina naufragando en una desidia que la convierten en otro producto corriente y muy irregular.
Partiendo de la base de que el largometraje no ofrece una mala premisa, ya que nos encontramos en una sociedad en la que existe una pastillita mágica que durante cinco minutos otorga poderes a quienes la consumen. Lo que ocurre es que el film termina perdiendo su propio control para explotar en un rompecabezas en el que uno no termina sabiendo donde están los pies y la cabeza.
Jamie Foxx y Joseph Gordon-Levitt encabezan el elenco de una película que por momentos se hace larga, pero nos brinda algunas escenas espectaculares que requiere el género. La historia se centra en un policía (Gordon-Levitt) que ve como se están produciendo actos vandálicos debido al consumo de la poderosa píldora mientras que Foxx encarna a ‘El Comandante’, una figura que trata de hacer justicia a su manera para tratar de adivinar ¿qué ocurrió con su hija? A todo esto, conocemos a Robin (Dominique Fishback) con un aspecto que recuerda a la cantante rapera Missy Elliot y que se saca algún dinero extra haciendo de camello de la pastillita mágica además de ser un topo de Frank.
Con un guion bastante flojo, el film solamente brilla por la espectacularidad de algunos momentos y no explota una idea que pudiendo haber sido interesante, termina consumiéndose así misma sin explorar en profundidad lo que hubiera requerido.
El trabajo en la dirección corre a cargo de Henry Joost y Ariel Schulman (Paranormal Activity 3) y tampoco es que sea muy loable, aunque sí se permiten la licencia de ofrecer los efectos especiales recreándose en ellos. Se echa en falta trasfondo en la historia y en los personajes. Los villanos terminan siendo ridículos y aburridos sin dar peso a sus razones.
Proyecto Power es un irregular ejemplo de lo que requiere una película de su género, bien porque no aprovecha la propia locura que pudo haber sido como tampoco el porte de su historia. Una película que posiblemente satisfaga a quienes necesiten unos simple voltios para entretenerse.