2´5 Butacas de 5
He perdido la cuenta del número de adaptaciones en pantalla de novelas gráficas, libros, cómics…quizás sea por el continuo bombardeo al que estamos expuestos y por la rentabilidad que estas ofrecen a sus respectivas casas cinematográficas. Todas, o mejor dicho la gran mayoría, poseen unos criterios en los que se mueven para que el público pueda divertirse y decir aquello de: “Me ha flipado Bernardo, qué peliculón”. Y en esta etapa en la que la locura se ha apoderado de los calendarios de las distribuidoras, llega a Netflix La Vieja Guardia (The Old Guard) otra adaptación de una serie de novelas gráficas para hacer las delicias de quienes esperen algo espectacular.
Este que les escribe debe decir una cosa para empezar: No es lo que esperáis. No porque sea mala película o buena, simplemente porque dentro de las directrices que el género le pide a estos largometrajes, rompe con ellos al llevar la contraria en su historia y escenas. ¿Por qué? Muy sencillo, si en dos horas casi de película, le dotas a la historia de flashbacks, dramatismo de sus protagonistas y las escenas de acción se convierten en simplonas, pues es evidente que algo falla.
La historia de La Vieja Guardia se basa en un grupo de mercenarios inmortales que cumplen con las misiones más peligrosas. Vamos que, si hay un grupo de gente chunga, estos llegan y acaban con ellos además de poseer la ventaja de que no mueren, aunque el mismísimo Rambo les reviente.
Si Tyler Rake gozaba de un altísimo nivel de entretenimiento, digno de las películas de su especie, La Vieja Guardia carece de ese nivel explosivo con el que el espectador disfrutará, y es posible que en más de una ocasión pegue unos ligeros bostezos. Es evidente que lo mejor de la película es ver a Charlize Theron y su grupo de inmortales repartir hostias como panes y tiros pero aún así las escenas dejan mucho que desear empezando por la música empleada. No mentiré que me he parado a pensar constantemente si iba a salir en cualquier momento una cantante cantando mientras disparaban.
Entre los secundarios quizás pueda destacar al italiano Luca Marinelli que se adentra en su primera súper producción de Netflix y un desdibujado Chiwetel Ejiofor, que uno cuando le ve piensa que “tendrá demasiadas hipotecas que pagar la criatura”.
El villano de la función tampoco es que sea gran cosa, un ambicioso empresario que quiere los genes de estos inmortales para su uso, claro que este señor no posee el encanto e ingenio de Lex Luthor y acaba siendo un teenager que regresa de un after a casa.
La Vieja Guardia es un producto simplón que posiblemente haga disfrutar a quienes se conserven con poco y aunque se vaya a convertir en saga será necesario exigirle mucho más a su historia y nivel.