Paco Plaza, uno de los maestros del terror español contemporáneo, salta al thriller con Quien a hierro mata, donde explora los deseos de venganza de un hombre completamente ordinario. Hablamos con el cineasta sobre la realización de la película, la interpretación de Luis Tosar y el papel que juega esta historia en toda su filmografía.
Existe este concepto de que las películas de héroes anónimos aplican para una sociedad desesperanzada, pero aquí es lo contrario. ¿Qué lugar crees que tiene tu personaje en la sociedad contemporánea?
¡Hostia! Pues no te sabría decir. Yo lo que creo que distingue a Quien a hierro mata de otros thrillers es que nunca sabes dónde posicionarte moralmente. Nunca sabes si estás a favor de que el protagonista consiga su objetivo o no. A mí, por ejemplo, lo que me hizo decantarme por hacer la película es que, por debajo de lo que es la estructura de thriller convencional, hablaba un poco de estos personajes que no son ni buenos ni malos y hablar un poco de nuestro interior, de cómo todos albergamos dentro de nosotros una gama, un espectro muy amplio de posibilidades. Es una película sobre una elección. Ya el propio título, Quien a hierro mata, está insinuando que cada acción tiene una consecuencia. El refrán de ‘quien a hierro mata a hierro muere’, que todo lo que hagas acaba teniendo un rebote en ti mismo y el personaje que interpreta Luis [Tosar] tiene la posibilidad de abandonar ese camino del rencor, ese sendero del odio y tener una vida abrazando una vida familiar, pero decide abrazar esa parte oscura de sí mismo, siempre que, yo creo que siempre que odias a alguien o que generas cualquier tipo de negatividad hacia alguien en realidad estás rebotándola sobre ti mismo porque seguramente lo que odias es lo que ves en esa otra persona reflejado de ti mismo que no te gusta y hace que reacciones con violencia y con desprecio. Lo que no sé, no sé valorar es ponerlo en cuestión con otro tipo de héroe, películas de venganza por decirlo así, saber socialmente qué significa. Yo creo que la película habla más de una moral individual que sobre un comentario sociopolítico sobre la actualidad.
Es el primer guion que no escribes, ¿el plano final ya estaba o tú lo aportaste?
En el guion estaba y de hecho cuando acabé de leer el guion al visualizar esa imagen es cuando tomé la decisión que quería hacer la peli. Porque rara vez encuentras una imagen que en un solo encuadre resuma tan bien todo lo que hay debajo de una película. Me parece espectacular. Ya venía en el guion y de hecho llamé a Emma Lustres, a la productora de la película y le dije “quiero hacer la peli, pero quiero estar seguro de que puedo rodar ese plano, que no va a haber ningún problema. Que no va a venir luego alguien a decir ‘es que ese plano es demasiado explícito; no queremos acabar la película de manera tan cruda’”, porque para mí hubiera sido traicionar la historia si no hubiera estado. No sé si es el germen del guion, creo que no, pero para mí sí ha sido un motor para hacer la peli, llegar a esa imagen final.
Sobre ese mismo plano, hay muchos directores que quedaron marcados por uno, como Hitchcock con Psycho o Spielberg con ET. ¿Crees que el de Quien a hierro mata sea el plano de tu vida?
[Ríe] Pues no lo sé. Desde luego es una de las imágenes más, y hablo de manera subjetiva, sí creo que es una de las imágenes más fuertes que he rodado. Pero también en cada película intento encontrar cuál es la imagen fuerza, por ejemplo, en [Rec] 3 (2012) era una de una pierna con un liguero rojo y una sierra mecánica, en Verónica (2017) era la proyección de un eclipse sobre el pecho de Verónica. Siempre intento encontrar imágenes que de alguna manera sean metáforas de toda la película en completo y esta cumple ese requisito. Además, por el contenido, por lo que se ve en la pantalla, creo que es especialmente espeluznante.
¿Qué ha sido lo más complicado a la hora de realizar la película?
Para mí, lo más complicado ha sido lograr empatizar con todos los personajes y llegar a entender qué lleva a Luis a hacer lo que hace, pero también entender cómo es ese señor capo/narco que decide de repente ir a una residencia en una decisión insólita y cómo los personajes de los hijos que son como dos alimañas, acabé viéndolos como unos niños que han crecido sin cariño y que están buscando la palmadita en el hombro de su padre. Entonces entender esa complejidad de cada personaje y transmitirla a los actores para mí fue lo más interesante, no sé si difícil, pero desde luego el trabajo que me parecía más fundamental para que la película no se quedase simplemente en un thriller, sino que te dejara un poquito de pozo.
¿Te costó trabajo capturar el galleguismo de la historia?
Más que complicado era un pie forzado para mí. Yo pienso que las películas entre más locales son, más universales resultan. Yo soy muy fan del cine coreano y lo que más me gusta es que están muy enraizados con su cultura. Creo que cuanto más enraizado en una realidad social está una película, más fácil es que luego cualquier espectador del mundo la pueda comprender. Yo soy medio gallego, pero sobre todo estaba arropado por un equipo 100% gallego, salvo en el caso de los dos hijos [Ismael Martínez y Enric Auquer] que ninguno de los dos es gallego y nadie lo ha notado. Han hecho un trabajo muy bueno de mimetización, del acento, la manera de hablar. Pero sí, para mí era muy importante que la película tuviera naturaleza 100% gallega.
¿Cómo fue la labor de documentación sobre el narcotráfico en Galicia?
El guionista original que es Juan Galiñanes, que es de Cambados, creció en el epicentro del narcotráfico. Son pueblos muy pequeños, así que son tus vecinos, tus compañeros del cole, el papá de un amigo. Forman parte del tejido social de donde vives, entonces hay cosas que para él eran muy familiares. Yo sí, cuando empezamos la preproducción de la película, estuve bajando a la zona y bajaba a Rías Baixas para entrevistarme con gente un poco de todo tipo. Esa parte está muy bien documentada. Tanto hablamos con gente que se dedica al narcotráfico, como con gente que se dedica a perseguirlo, para ver la parte de los policías, guardias civiles, para tener un poco las dos visiones y para que ese pequeño bloquecito que tenemos en la peli en medio, de una operación de cómo se desmonta una operación de narcotráfico, fuera 100% real.
Ofreces una cara distinta de los mafiosos a la que generalmente vemos en el cine…
Por un lado, queríamos ser muy fieles a la realidad del mundo del narcotráfico en Galicia, por otro lado, la película en realidad se posiciona en el reverso, en alguien cuya vida está destrozada por los estragos que ha generado el narcotráfico. Es algo que a veces corremos el riesgo de ignorar cuando lo vemos con cierta simpatía, inevitable por otro lado, pero corremos el riesgo de dejar de lado que esto ha generado una generación perdida en Galicia. Ha muerto mucha gente, los estragos sociales que ha causado la droga han sido tremendos y el personaje de Luis es alguien que viene herido precisamente por los efectos colaterales de ese negocio, con lo cual no queríamos dar una versión amable de lo que es un negocio realmente muy turbio.
¿Dirías que el personaje principal es uno de los más intensos en tu filmografía o es consecuencia de la intensidad que le da Luis Tosar?
Sin desmerecer a ningún actor con los que he trabajado, pero es que Luis Tosar es como Messi, es impresionante. Y lo que sí te puedo decir es que reescribimos algunas escenas cuando ya teníamos confirmado que iba a ser Luis. Va a llegar a donde hay que llegar y es un privilegio poder trabajar con un actor tan dotado. El personaje evidentemente es muy intenso porque lo que le pasa es muy bestia, pero luego Luis tiene la capacidad de llegar muy lejos.
¿Qué tan útil resultó tu dominio del terror para la realización de esta película?
Pienso que no es una película de terror, pero sí es la más aterradora que he hecho, porque de alguna manera cuando la amenaza es externa, son zombies o espíritus, son como accidentes que ocurren. Pero aquí de lo que estamos hablando es de la oscuridad que llevamos dentro nosotros, de cómo una buena persona puede cometer actos atroces y eso es lo que creo que da más miedo: que nadie está a salvo. Por muy bueno que tú te creas que eres o que es tu vecino, puedes estar escondiendo dentro de ti algo que te lleve a hacer algo horroroso. Por eso creo que es la película más terrorífica que he hecho. Luego, me están comentando estos días mucho, que sí que hay ciertas imágenes y simbologías que recuerda mucho al cine de terror, pero supongo que eso ya es inherente a la caligrafía propia, al cine que yo consumo, al que me gusta, al que he hecho siempre y un poco a mi manera de expresarme. Supongo que se ve algún ramalazo del cine de terror.
¿Qué esperas de la temporada de premios?
Pues no sé, ahora mismo lo único que me importa es el estreno, el contacto con el público y ver cómo reaccionan los espectadores. Esperar que la gente la disfrute y la recomiende. Creo que es la única en lo que tenemos que pensar ahora. Primero es hacerla, luego es estrenarla y después Dios dirá.