La plataforma ofrecerá el ciclo Cine de verano con películas como La lengua de las mariposas, La ardilla roja, Y tu mamá también, Al sur de Granada, Lucía y el sexo o Son de mar.
Desde el principio de la vasta historia de la cultura, el verano ha sido una estación cargada de simbolismo, una metáfora casi perfecta del reencuentro, la revelación, la pasión, el deseo, el renacer. Era lógico que el cine se hiciese eco de ese poder de evocación. Y era lógico que en España, un país donde el verano, el sol y el buen tiempo tienen tanta importancia, se hiciesen películas alrededor del periodo estival. Por ello, para disfrutar de este verano, en la playa o en la montaña, con historias conmovedoras, FLIXOLÉ ofrece el ciclo Cine de Verano, con el que se podrán revisar a los grandes del cine español en perfectas copias restauradas.
El sentido del verano más claro, más extendido, es aquel que confunde las playas con un lugar de pasión, de deseo. Llegó un momento en el que, al igual que la sociedad, las películas españolas se desinhibieron. Ejemplo de ello son películas que se podrán ver en el ciclo como Lucia y el sexo (2001), la controvertida película de Julio Medem, donde la confusión y el sexo aparecen en una playa de Formentera; Nubes de verano (Felipe Vega, 2004), un retrato sobre el duro reverso que tiene la infidelidad, con parajes de la Costa Brava o Son de mar(2001), una de las últimas obras maestras de Bigas Luna, que habla de una pasión envenenada en Denia. No obstante, el deseo también viajó fuera de nuestras fronteras, como en Miss Caribe (Fernando Colomo, 1988) o en Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001), todas ellas disponibles en Cine de Verano.
Pero no todo es pasión y playa en el verano. El cine español no solo ha afrontado la llegada del estío buscando idílicos lugares en nuestras costas, sino que también ha frecuentado otros parajes, otros paisajes de interior. De ellos se podrá disfrutar en Tierra (Julio Medem, 1996), que parte con la llegada de un extraño a una tierra roja que necesita resolver un desdoblamiento de personalidad; La ardilla roja (Julio Medem, 1993), que impactó en el cine español de su época, con su mezcla de simbolismo y sensualidad en unas vacaciones en un camping donde nada es lo que parece; u 800 balas (Álex de la Iglesia, 2002), que nos muestra la otra cara de un poblado del oeste, cuya única fuente de ingresos son algunos turistas despistados.
Pero el verano también es nostalgia de nuestra juventud, como en Días Azules (Miguel Santesmases, 2006), una película que te hace reír y llorar por igual, ya que narra una historia común: esa casa de verano en la que has jugado, has corrido, te has hecho heridas y has conocido algún amor furtivo. En esta película Galicia aparece como pocas veces ha sido retratada: resplandeciente con su belleza y su melancolía. También llena de nostalgia está El camino de los ingleses (Antonio Banderas, 2006), un largometraje que nos traslada a la Málaga de los setenta con una preciosa historia de iniciación a la vida, de los primeros besos al descubrimiento del dolor, aunque también de alegría.
La nostalgia también nos lleva a otros recuerdos, a esos años duros y terribles en los que, sin embargo, era posible la alegría antes de que algo te congelase la sonrisa. Muchas películas ambientadas en la Guerra Civil o en el franquismo han tenido al verano como el escenario de sus conflictos históricos, personales y emocionales. En Los años bárbaros (Fernando Colomo, 1998), por ejemplo, se aborda la huida de Cuelgamuros de Manuel Lamana y Nicolás Sánchez Albornoz, haciéndose pasar por turistas norteamericanos. En Al sur de Granada (Fernando Colomo, 2003) el director relata la vida de Gerald Brenan quien se instala en las Alpujarras para poder empezar de cero tras la I Guerra Mundial. Igualmente, en El viaje de Carol (Imanol Uribe, 2002) somos testigos de un particular relato de iniciación bajo las bombas de la Guerra Civil. En cambio, en La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999), uno de los últimos grandes clásicos del cine español, nos habla de la pérdida de la inocencia, en una historia que se desarrolla en el verano de 1936, fecha grabada en nuestra memoria colectiva.
Además, podrás llevarte FlixOlé de vacaciones, ya que está disponible la descarga en móviles o tabletas para que disfrutes de las películas sin conexión a Internet.