3 Butacas de 5
Aunque nos hemos acostumbrado demasiado al cine como búsqueda del entretenimiento, también es usado, al igual que el resto de las artes, como fuente de conocimiento. Esta es la propuesta de la nueva película de Stefano Savona, que recurre al documental para trasladar al espectador al conflicto palestino-israelí, más concretamente a la masacre que se produjo en la operación Plomo Fundido.
El director se enfrenta al riesgo del que se acusa a varios directores actuales a la hora de usar el celuloide como espejo de la realidad y denuncia social: el adoctrinamiento. Véanse los casos de las últimas películas de Spike Lee o Ken Loach. Sin embargo, para no caer en ello Savona convierte al espectador en cómplice y la cámara en algo invisible, como si no estuviese ahí. Pero si hay una decisión más ambiciosa aún es la combinación fabulosa que hace del documental tradicional con la animación dibujada a lápiz.
Pese a que en sus mejores momentos el documental cala muy hondo, no siempre es así. Quizás la película se vea lastrada por un primer acto demasiado largo en el que, hasta que no ocurre el verdadero horror, el espectador no se implica. Pero una vez superado este pequeño bache es crudo y terrorífico ver algo tan real, presentado con una puesta en escena por momentos demasiado fría y dura -véanse todas las escenas que implican drones-. Construida sobre testimonios de la propia familia, esperemos que pronto los árboles destruidos vuelvan a crecer.