Resulta paradójico como Hollywood busca rentabilizar la calidad de los cineastas que se alzan con un premio de su academia para seguir produciendo títulos que para ellos tengan algún sentido. Desde los casos de Halle Berry al flamante ganador de este año Boong Joon Ho. El director de cine surcoreano ha sido el fenómeno del 2019 con su película Parásitos, un largometraje que sorprendió a todo el mundo desde su paso por el Festival de Cannes.
La Academia de Hollywood recompensó la película con la estatuilla a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion Original y Mejor Película Extranjera entre otros. El talento del cineasta es indiscutible, una cualidad que Netflix ha querido tener en cuenta con la adaptación en formato serie del largometraje Snowpiercer (Rompenieves), primera adaptación de la novela gráfica que lleva por nombre Le Transperceneige.
El director de Corea del Sur nos regaló en 2013 una fantástica adaptación en forma de película, en la que se nos presentaba una sociedad apocalíptica en la que los únicos supervivientes del mundo, sobrevivían en un tren que no dejaba de dar vueltas alrededor de la tierra compuesto por diferentes vagones en los que se dividían las clases sociales. Una película más que interesante no solamente en su historia sino también en algunas de sus escenas. Llegados a este punto todo perfecto hasta que alguien tuvo la sensacional idea de adaptarla en forma de serie. Aquí Boong Joon Ho se limita a tareas de producción aunque sospecho que esté contento con el resultado.
Tras un periplo desconcertante, y en la que serie tuvo sus problemas de rodaje desde el episodio piloto, el nuevo producto de Netflix que se estrena el próximo 25 de mayo en la plataforma, es una adaptación fallida y de calidad inferior a lo que nos tiene acostumbrados el servicio de streaming. No hablamos solamente de su reparto, donde destaca Jennifer Connelly, sino también del argumento de un guion con diversas tramas que hacen que se pierda el germen de la excelente novela gráfica además de hacer guiños forzados a la película de 2013. La serie parece más bien un producto de segunda, muy similar al de otras producciones semanales como Los 100, mucho más enfocada a un público juvenil, con un argumento tedioso y en el que no dejas de suplicar que el tren descarrile.
Sorprende también que el creador de la serie sea el canadiense Graeme Mason, showrunner de Orphan Black además de ser el guionista de esa joyita llamada Cube.
Snowpiercer presenta una trama poco profunda y enfocada mucho más a lo detectivesco, en la que André Layton (Daveed Digs) interpreta al líder de la cola y que previamente a que sucedieran los acontecimientos que acabaron con la sociedad era detective, labor que es aprovechada por los líderes del Rompenieves para resolver un caso de asesinato.
En cuanto a la producción se denota la ambición que hay puesta en el proyecto, y es aquí donde más se ha enfocado esta historia dejando de lado la propuesta de la narrativa y de la verdadera esencia de la novela.
Snowpiercer es una pésima adaptación televisiva, de muy poca calidad y que termina convirtiendo un trabajo de primera clase como la película y novela gráfica, en un burdo producto.