4 Butacas de 5
El cine se abre camino. Es una verdadera alegría en estos tiempos poder comentar el estreno de Vivarium, cinta de ciencia ficción dirigida por el irlandés Lorcan Finnegan que estará disponible a través de medios digitales. La cinta, que fue acogida fantásticamente en los festivales de Sitges y Nocturna, es una de esas películas en las que es mejor entrar a ciegas y dejarse arrastrar por lo que vaya sucediendo. Por este motivo, contrario a lo habitual, exclusivamente me limitaré a dar la sinopsis mediante un brochazo gordo: Gemma (Imogen Poots) y Tom (Jesse Eisenberg) han decidido dar el gran paso de pareja y mudarse juntos, de forma que tendrán que encontrar la casa ideal.
A partir de un punto de partida tan básico y tópico (digno de comedia romántica, no nos vamos a engañar) el director va dando forma a un laberinto de pistas falsas en las que convergen el terror, la comedia negra y la ciencia ficción. Y es que Vivarium no está lejos de la nueva ola de terror que nos ha llegado, por ejemplo, con Jordan Peele, pues comparten un punto de partida tremendamente desconcertante para construir un puzle en el que las piezas no terminan de encajar. No, ni lo hacen ni lo harán en ningún momento en Vivarium, que no necesita dar explicaciones sobre el porqué de cada decisión, sino que arrastra al espectador a su terreno y le mantiene bajo un mal rollo constante. Porque puede que no dé miedo, pero en esto último es experta.
La continua sorpresa es acompañada de un diseño de producción que asusta por perfeccionista. Cada plano posee una plasticidad que parece que los personajes habiten una maqueta en la que todo es perfecto; en la que las nubes dejan de parecerse a formas de lo más variopintas para ser simplemente eso, nubes. La rareza de su fondo se transmite a su forma de manera opuesta a lo que parecería lógico, como si se tratase del mundo al revés.
Respecto a sus protagonistas, hablar de ellos supondría destripar la cinta, por lo que trataré de ser comedido. Sí decir que Jesse Eisenberg está bien, pero quien realmente destaca es Imogen Poots (justamente galardonada en Sitges) gracias a una expresividad absolutamente anómala, tal y como es el film.
En conclusión, Vivarium es una auténtica sorpresa. Lo que en un principio podría parecer sacado de un capítulo de Black Mirror va derivando en un puzle sin salida, una rareza que te arrastra a su mundo, te sacude y finalmente te devuelve exhausto a la vida real. Con una sonrisa, eso sí.