4 Butacas de 5
Pongámonos cómodos a ver a un trabajador durante su jornada, minuto a minuto durante horas un día tras otro, en su soledad y en sus relaciones, con los que están en su nivel y con los de arriba, soportando penas y desprecios y viendo apagarse las ilusiones. Solo en ese entonces empezaremos a conocer y comprender la vida del trabajador invisible.
Así es La Camarista, la ópera prima de la cineasta mexicana Lila Avilés, seleccionada por México para los premios Oscar 2020, dónde se retrata la dura soledad del día a día de una camarera de piso demasiado autoexigente.
En esta película viviremos junto a Eve, una joven camarista que trabaja en uno de los hoteles más lujosos de la Ciudad de México. Las jornadas tan extensas y laboriosas hacen que Eve no pueda cuidar a su hijo mientras trabaja, pero ella está convencida de que su situación mejorará cuando sea ascendida a un mejor puesto. En un camino lleno de obstáculos impredecibles, el mensaje injusto de la vida caerá con un sonoro estruendo.
A través de una fotografía de corte frío y desangelado que deshumaniza las estancias lujosas y empequeñece a las personas que las limpian creando, de manera natural, un sentimiento de aislamiento personal lleno de egoísmo, casi deshumanizador. El desprecio y la falta de empatía se palpan en el aire, no solo entre clientes y personal, sino entre los propios trabajadores y sus superiores.
Hay algo fascinante en la lucha de la protagonista enfrentada a la impersonalidad de la condición humana, en un interior que no es sino una forma de cárcel, una cárcel de oro. Se trata de una obra de pequeños gestos que acaban formando un todo; un choque de rutinas pensadas hasta el último detalle que siempre chocan con dificultades y lamentos.
De un modo deliberado, la acción se centra en la rutina diaria de escenas cotidianas, aparentemente sin interés, pero que forman la base del film y, curiosamente, acaban generando expectación porque forman tan parte de la protagonista como sus sueños y esperanzas.
En conclusión, se trata de toda una oda a la clase trabajadora y, en concreto, a los que siempre están pero nunca vemos. Un interesante punto de vista sobre la soledad femenina, la frustración y el egoísmo cuyo desenlace es mejor no desvelar.