2´5 Butacas de 5
Se han hecho miles de thrillers de espías y su trama y estructura son tan fáciles de definir como de identificar. Personajes estereotipados, enemigos que derrotar, duros entrenamientos y barreras que sobrepasar, este filme no se libra de ninguno de ellos. Sin embargo, la dirección de Reed Morano aporta un toque muy original a las imágenes y a la forma en la que estas transmiten la historia al espectador.
La película nos relata una enrevesada historia de sicarios y terroristas, pero desde el punto de vista de una protagonista que al verse envuelta en esta situación vive una profunda transformación personal. El filme habla de la adicción, la droga como forma de evasión, del valor que supone afrontar el dolor de una pérdida. Nos muestra el mundo de una joven que ya no tiene nada que perder y que por ello mismo está dispuesta a darlo todo. Sin embargo, los motivos que mueven a los personajes y la evolución extremadamente rápida de la protagonista llevan a que a esta obra le falte un toque de naturalidad. Una obra cuya trama se desarrolla usando estereotipos que funcionan más por ser fácilmente reconocibles que por ser una representación acertada de la realidad que viven los personajes.
Todo ocurre de forma muy rápida y da la impresión de que todo termina saliendo bien más por permitir que la película continúe que porque realmente haya una buena planificación. Y, aunque los personajes funcionen bastante bien entre sí, la película abarca una historia, a mi parecer, demasiado grande. Conectando el pasado de casi todos los personajes e introduciendo giros cuya justificación, a parte de dudosa, solo complica más la trama, la cual pierde credibilidad. Y aunque el objetivo de la película quizás no sea la credibilidad sino la espectacularidad, a veces menos es más. A pesar de esto, la actuación de Blake Lively como protagonista consigue darle un toque de naturalidad a la historia que, al girar completamente en torno a este personaje, se vuelve más fluida.
En el minuto uno, este largometraje ya enuncia la gran importancia del ritmo, el ritmo de la respiración y el ritmo de la música, y jugará con esto el resto del trayecto. Es así como la música y el sonido tomarán un papel muy importante a la hora de crear la tensión en las escenas. Sin embargo, esta tensión será mayormente obra de la elección de planos. Lo que destaca de esta película es su forma de traer esta historia a la pantalla. Visualmente no se parece a la típica película de espías y misiones que podríamos tener en mente.
La historia se cuenta desde el punto de vista de una joven víctima que decide tomar acción en un mundo mucho más oscuro de lo que se espera, pero no solo se cuenta a través de su experiencia, sino que este relato se muestra en pantalla a través de sus ojos. Abundan a lo largo de todo el metraje tanto los primeros planos como los planos subjetivos de la protagonista. Esto consigue crear una cierta intimidad con el personaje cuyo rostro es mostrado continuamente. Sus emociones o pensamientos son transmitidos a través de las expresiones y los gestos, y cuando no estamos viendo su rostro se nos muestra el mundo tal y como ella lo ve, borroso y en movimiento en ocasiones o nítido y calmado en otros. La experiencia de la joven se convierte en la nuestra ante la pantalla y esto ayuda tanto a crear mayor tensión como a acercarnos al personaje, que poco a poco va adquiriendo profundidad. Esta es una manera original de establecer la relación entre obra y espectador, sin embargo, el continuo retorno a un primer plano de la actriz puede volverse pesado o crear una sensación de encierro. A pesar de esto, se nota el trabajo detrás de las cuidadas imágenes del filme que, junto a los preciosos paisajes tanto de ciudad como de montaña, relatan la historia de forma muy vistosa.
En definitiva, El ritmo de la venganza es un largometraje que cuenta con muy buenas ideas o intenciones pero que se hace pesado de ver por la forma en la que se ha ejecutado. Es una obra entretenida con preciosas e incluso íntimas escenas de acción, pero se queda lejos de ser la profunda historia de superación que podría haber sido.