'Invisibles': Como la vida misma

'Invisibles': Como la vida misma

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Ni dos años han pasado desde que Gracia Querejeta estrenara en las salas de todo el país Ola de crímenes, una comedia negra que, a pesar de tener como protagonista a Maribel Verdú, asidua en la filmografía de la directora de Héctor, y pertenecer al mismo género que la atrapante Felices 140, no mostraba el personalísimo estilo de la que es una de las más representativas y portentosas directoras de España. Y es que ni su aspecto visual ni su pobre guion ni su puesta en escena disimulaban el hecho de que aquella obra no dejaba de ser un mero encargo de las televisiones privadas en el que ni Querejeta ni su guionista habitual Antonio Mercero firmaban el libreto. Tampoco Juan Carlos Gómez, que desde la deliciosa 15 años y un día se encargaba de la fotografía de los trabajos de Gracia (en Invisibles vuelve a trabajar con la directora madrileña), pudo mostrar su buen hacer en aquel producto.

Ahora, Gracia Querejeta vuelve a su cine y demuestra, una vez más, su extraordinaria facilidad a la hora de retratar historias humanas, historias universales que invitan al público a sentirse identificado con sus personajes, en este caso, el trío protagonista de Invisibles compuesto por Emma Suárez, Nathalie Poza y Adriana Ozores, tres mujeres en las que Querejeta y Mercero personifican los problemas de la vida adulta, más concretamente la invisibilidad y las dudas existenciales propias del género femenino (también masculino) en la madurez. Así pues, la directora de Siete mesas de billar francés no necesita más que un parque, tres personajes principales y unos pocos secundarios (los siempre brillantes Blanca Portillo, Fernando Cayo y Pedro Casablanc) para contarnos una historia real como la vida misma, un relato tan natural como apegado a la actualidad que emocionará al más impertérrito de los espectadores y que nos hace creer en el cine, en ese cine genuino que no requiere de artificios ni florituras técnicas para mostrar la verdad, eso que cada vez es más complicado de encontrar en una sala de cine y que aquí podemos percibir desde las primeras palabras de las féminas que llevan todo el peso de la obra, haciendo bueno el dicho del maestro Jean-Luc Godard: “el cine es verdad veinticuatro veces por segundo”. Aquí no hay ni trampa ni cartón pese a la puesta en escena inevitablemente teatral que presenta el film a tenor de los austeros elementos con los que cuenta; como en la vida, hay hueco para la tragedia, pero también para la comedia (“el Cola-cao es fatal para las plantas, se vuelven adictas”), dejándonos un mensaje final esperanzador (pese a la tormenta emocional que supone la mayor parte del relato) que nos remite a cierta canción de Raphael:Aunque a veces duela, lo que queda es el porqué de tu existencia”.

Sin lugar a dudas, Invisibles es el mejor regreso posible por parte de Gracia Querejeta a su cine personal, original, único, arriesgado y, sobre todo, veraz y conmovedor. Si lo vuestro es el cine emocional sin edulcorantes, esta es vuestra cinta.