3 Butacas de 5
El primer largometraje de José Luis Montesinos es un gran anticipo del talento de un director que demuestra tener buena mano para el suspense. Cuerdas cuenta la historia de Elena (Paula del Río), una joven que queda tetrapléjica tras un accidente de coche y que debe lidiar además con las secuelas emocionales de haber sobrevivido a su hermana. Su deseo de aislarse el mundo la lleva a refugiarse en una masía rehabilitada por su padre (Miguel Ángel Jenner) con la única compañía de Athos, un perro adiestrado para ayudarla. Por desgracia, el animal contrae una enfermedad que le confiere un comportamiento agresivo, y ahora Elena está sola con el que se ha convertido en su peor enemigo.
Esta premisa sirve para que Montesinos explore dos temáticas complementarias: por un lado, la historia de supervivencia de la joven, que debe sobreponerse a un ambiente hostil y a sus limitaciones físicas para escapar del animal; por otro lado, el conflicto interno de Elena, cuyo sentimiento de culpa la lleva a tener visiones de su hermana muerta y a sentir deseos de acabar con su propia vida. Ese inestable equilibrio entre su instinto de supervivencia y su pérdida de la voluntad de vivir configura un personaje complejo y lleno de matices que gana entidad gracias a la estupenda actuación de Paula del Río.
Por desgracia, el balance entre estas dos caras de la historia no siempre resulta tan satisfactorio como debería. Cuando Cuerdas se adentra en el terreno del cine de terror, es capaz de tener a los espectadores pegados al asiento, pero cuando se empeña en ahondar en la mente de Elena se rompe el ritmo de thriller para proporcionar un contexto que no siempre es necesario. Muchos de los flashbacks son reiterativos y generan cierta impaciencia por regresar al ambiente claustrofóbico de la masía y el enfrentamiento con Athos.
Tampoco terminan de funcionar todos los momentos de terror, que oscilan entre el suspense y el body horror con demasiada ligereza. Individualmente, eso sí, la película deja momentos de gran maestría que prueban lo bien que Montesinos conoce el género. Los (inevitables) efectos digitales nunca llegan a convertirse en protagonistas de una cinta que desprende un inconfundible aroma a recursos artesanales. Y si trabajar con animales nunca es sencillo, lograr que un perro tenga un arco de personaje definido lo es mucho menos.
Para finalizar, y pese a que a cualquier aficionado se le habrán venido a la cabeza unos cuantos referentes ineludibles para la historia (destacando Atracción diabólica [1988] incluso por delante de Cujo [1983]), Cuerdas es una película con personalidad propia que no tiene miedo de tomar riesgos. Incluso si la apuesta no siempre sale bien, la cinta logra salir a flote gracias un trabajo cuidado, casi íntimo, y a la meritoria actuación de su protagonista. Habrá que estar pendientes de los próximos proyectos de Montesinos, porque puede consolidarse como un realizador de referencia para el terror patrio.