Regresan las Crónicas Cinéfilas con un nuevo episodio en podcast en el que se analizan las figuras de los faraones egipcios a través de la película Tierra de Faraones.
Aunque no es una película especialmente conocida, seguramente la mención del título le haga hervir la sangre a más de un egiptólogo y egiptómano. La cinta, con todas sus virtudes, adolece de un apreciable número de anacronismos que para un espectador normal pasarán desapercibidos. Seguramente llamen la atención los actores, blancos como el papel y cuyos peinados no tienen nada que ver con los de la época que tratan (s. XXVI a. C.). Muchos otros elementos responden a estereotipos que se tenían en Europa y Estados Unidos desde hacía siglo: cortes grandiosas, trampas ocultas en los monumentos, sacrificio de personas (los cortesanos deben morir con el faraón), etc. Es posible que los responsables del proyecto no lo supieran o simplemente no quisieran ofrecer a los espectadores un Egipto demasiado irreconocible. Los personajes, son dignos de novelas antiguas tanto en sus intenciones como en su forma de expresarlo, pero parecen haber sido los gustos de la época. El guion se basa en la novela La hija del Nilo de Margary Lawrence (1889 – 1969), desarrollándose en platos muy teatrales, con muchos extras como en otros ejemplos del género péplum.
A pesar de todo esto no se pueden dejar pasar ciertos detalles muy interesantes, históricamente hablando. La pirámide que tratan de levantar es algo más que una mera tumba monumental, es todo un símbolo del poder del faraón y de su sistema de gobierno/creencias. De hecho, las grandes pirámides que surgen desde la III Dinastía y que se levantaron durante cerca de 1.000 años, realmente formaban parte de complejos templarios con varias dependencias que poseían potentes significados. Todo esto necesitó de una enorme cantidad de recursos humanos, algo bien reflejado en el filme, así como una desarrollada organización y logística, prescindiendo de esclavos.
Alejándonos de los grandes monumentos, otro elemento sobresaliente y ya indispensable en una producción de esta temática son las intrigas cortesanas. Siempre que se investiga un poco en cualquier nación y periodo histórico se aprecian ataques, corrupciones, búsquedas de favor y mil elementos de un tipo de vida que nos recuerda a lo expuesto en la serie Juego de Tronos. Egipto se retrata como un estado que se relaciona con otros pueblos, estableciendo relaciones diplomáticas amistosas, agresivas, etc. El mismo hecho de quedarse con una princesa extranjera parece que fue una costumbre muy egipcia, forma de crear alianzas, tan vieja como el mundo.
Resumen
El faraón Keops (Jack Hawkins), regresa de una victoriosa campaña decidido a comenzar su gran proyecto: una pirámide que le sirva de tumba y monumento a su gloria. A pesar de la prosperidad de su reino, el plan es demasiado ambicioso y se ve obligado a exigir tributo a estados vecinos. Uno de ellos, el de la isla de Chipre, los envía con la princesa Nellifer (Joan Collins) como embajadora. Su belleza y carácter despiertan la pasión del faraón, que se desposará con ella, introduciendo un elemento traicionero en la corte que no dudará en conspirar para hacerse con el poder.

Paralelamente a la obsesión del Señor de las Dos Tierras por terminar su gran monumento se sumará la preocupación por conseguir que sea inviolable. La solución la encuentra en los servicios de Vashtar (James Robertson Justice), un rehén excepcionalmente hábil en la construcción de trampas. Ayudado por su hijo Senta (Dewey Martin), proyectan una serie de mecanismos que sellarán la construcción una vez terminada.
La conclusión de los trabajos, así como de los planes de Nellifer para acabar con sus rivales políticos, llevarán a un sorprendente final donde la sangre regará las arenas de Egipto.
· Título original: Land of the Pharaohs
· Año: 1955
· Duración: 105 min.
· País: Estados Unidos
· Dirección: Howard Hawks (EEUU, 1896-1977), ganador de un Óscar honorífico en 1975.
- La fiera de mi niña (1938)
- Los caballeros las prefieren rubias (1953)
- Río Bravo (1959)
· Guion: William Faulkner (Premio Nobel de literatura en 1949), Harry Kurnitz, Harold Jack Bloom.
· Música: Dimitri Tiomkin (Ucrania 1894-EEUU 1979). Ganador de siete globos de oro y dos Óscar.
- Los cañones de Navarone (1961)
- 55 días en Pekín (1963)
- La caída del Imperio Romano (1964)
· Fotografía: Lee Garmes, Russell Harlan
· Reparto: Jack Hawkins, Joan Collins, Dewey Martin, Alex Minotis, Kerima, James Robertson Justice, Luisella Boni, Sydney Chaplin, James Hayter, Piero Giagnoni
· Productora: Warner Bros.
