3´5 Butacas de 5
Las golondrinas de Kabul relata la historia de un sacrificio. Una historia simple pero impactante que ilustra una sociedad que vive bajo un estricto régimen religioso sustentado por la violencia, el castigo mediante látigos, las armas, horcas y lapidaciones. Un lugar donde el que no sigue la norma es despreciado y discriminado. Esta animación para adultos consigue transmitir dicha sociedad y sus valores de una forma muy personal en la pantalla.
En un momento de reflexión, un importante personaje se pregunta si ha luchado tantos años en una guerra para seguir encarcelado. Encarcelado entre las rejas que son las absurdas normas y costumbres que ha aceptado en su vida. Atrapado en una corriente imparable de hombres y mujeres viviendo una profunda injusticia, pero sin hacer nada al respecto, y no solo esto, sino que dándole cada día más fuerza. ¿Es el sufrimiento un espectáculo para el hombre? ¿Es el hombre que lanza una piedra a una mujer que está siendo lapidada culpable de esta costumbre? ¿Cuánto es realmente voluntad y criterio y cuánto es un grito desesperado por no enfrentarse al más duro rechazo y aislamiento? La personalidad de los personajes, el camino que recorren y los actos que les definen hacen un recorrido por todas estas cuestiones.
Vivir encarcelados no es, para estos personajes, razón para abandonar la lucha. Esta búsqueda de la humanidad en las personas nos muestra como los más pequeños actos del día a día pueden significar la esperanza de las generaciones futuras y el metraje muestra cómo van sucediendo estos pequeños actos.
Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellechan han conseguido componer una pieza que entra por los ojos. El espectador se sumerge en las bellas acuarelas que transmiten tanto la dureza de la historia como la dulzura de su protagonista. Pero no solo son cautivadoras sus ilustraciones, también lo es el espectacular uso (o no) de la música y el sonido. La película destaca por los abundantes ruidos cotidianos y del ambiente, así como por la gran interpretación de los actores que dan voz a las ilustraciones de acuarela. En cuanto a la música, la escuchamos sorprendentemente poco para ser un largometraje de animación. Así, consigue ilustrar de una forma muy sencilla pero efectiva el ambiente de la ciudad de Kabul, un lugar donde se han prohibido placeres tan inofensivos y humanos como la música o la risa. Por otro lado, cuando se escucha la melodía, esta parece sumergir la historia en una nube de fuertes emociones que recorren la sala hasta llegar al espectador.
El final de la obra puede resultar esperanzador o simplemente trágico, lo que está claro es que el mensaje se encuentra en el camino. En las decisiones de los personajes y sus consecuencias, en la evolución de estos y en las emociones que llegan a sentir. Es una película hecha para llegar a un público variado de distintas edades y nacionalidades que lleva consigo un discurso universal: la lucha por la igualdad y la libertad.
Las golondrinas de Kabul es una breve película con una gran pero simple historia que habla de valores por los que luchar. Es una preciosa experiencia visual de la que cualquier espectador podrá disfrutar.