3 Butacas de 5
M es un documental crudo y emotivo que sigue a Menachem Lang (Kedma), un hombre que sufrió abusos sexuales de niño cuando residía en Beni Brak, su ciudad natal y ciudad que acoge una comunidad de judíos ultraortodoxos, que es consciente de los abusos que siguen sucediendo. La directora Yolande Zauberman (Moi Ivan, toi Abraham) trata con sumo cuidado temas de vital importancia con una sensibilidad y un trato inmejorable. La cinta no solo contiene críticas destructivas, aunque evidentemente condena los actos de violencia apoyada en argumentos firmes y en algunos casos devastadores, es también una película de reconciliación.
Como he mencionado anteriormente, los testimonios resultan de una importancia y una dureza imprescindible para transmitir un mensaje conciso. La desoladora historia, la naturalidad con la que es vista dentro de dicha sociedad y los traumas y consecuencias narrados durante estos testimonios aunado a una fotografía, en ocasiones maravillosa y a una dirección desde un punto de vista interesante hacen del documental una obra que si bien no es apta para todos los públicos si resulta digna de ser visitada.
Es evidente que el film cumple una función, hacernos pensar, reflexionar sobre los traumas que pueden ocasionarse por acciones tan serias como un abuso y como puede variar la mentalidad en función de la cultura en la que estemos inmersos. Aun así, Yolande Zauberman logra demostrar que Manachem, aún después de todos los abusos sufridos, no pierde el cariño por los suyos, por su ciudad, su familia y amigos. Manachem no guarda rencor, nos envía un mensaje basado en amor propio y amor al resto de seres humanos independientemente de la forma de vida que lleven, su única meta es la denuncia social contra los abusos que él y parte de su círculo cercano han sufrido durante años.
Considero este documental imprescindible para cualquier espectador o espectadora que se guíe por la curiosidad y esté dispuesto a comprender y afrontar la existencia de algunas acciones que por desgracia a día de hoy tienen lugar y son respaldados por personas poderosas. La ambigüedad del documental cuenta con una condición muy liberadora y un mensaje que transmite una sensación agridulce, pues sabemos que el mundo está cambiando, pero aún queda mucho mundo por cambiar.