4 Butacas de 5
Netflix no deja de sorprender y superarse. Si en 2018 tuvo Roma y la última de los Coen, en 2019 apostaba por tres de las mejores películas del año: El irlandés, Los dos papas e Historia de un matrimonio. Y ahora, a menos de un mes de empezar el año, nos llega Uncut Gems como su primer hit de un año bastante prometedor para la plataforma (no olvidemos que este año también nos regalará la próxima película de Fincher).
La cinta, dirigida por los hermanos Safdie (Good time), nos adentra en el mercado de los diamantes en Nueva York. Pero esto no es Tiffany’s, sino su antítesis. Aquí el glamour es sustituido por el sufrimiento de un hombre adicto al juego que no es capaz de tomar una buena decisión. A través del seguimiento de la vida de un joyero se compone un relato bestial y asfixiante sobre la peor adicción que existe en este mundo.
Interpretada por un Adam Sandler espectacular, la película se las ingenia para que, pese a conocerle bien y darnos cuenta de que es una mala persona, empaticemos con todo lo que le ocurre a un personaje adicto al descontrol. Vemos a un hombre que permanece contra las cuerdas la mayor parte del tiempo y transmite desasosiego continuo al público. Ya no es únicamente una mala persona, sino que parece que se esfuerza en ello. Es mal padre, mal esposo, mal comerciante… Habita en un mundo paralelo en el que exclusivamente existen él y su dinero. Y habitualmente el segundo escasea, por lo que es una persona que está sola.
Todo esto lo plasma la película gracias a una atmósfera cargada y un ritmo tremendamente vertiginoso. La vida de este hombre es retratada como una montaña rusa en la que cada vez todo va a peor, siempre cuesta abajo. Y si por remota casualidad algo le sale bien, el tipo se las ingenia para romperlo al momento. Todos los tintes de thriller y drama familiar están perfectamente medidos, convirtiendo a la película en un híbrido extraño entre sufrimiento y angustia al mismo tiempo que divertimiento de primera clase.
Con todo esto, tan solo queda esperar que sea tan bien recibida como se merece una cinta de este calibre. Ni excesivamente dramática, pero brutal en su desarrollo; divertida durante la mayor parte de su duración, pero sin olvidar la representación del ahogo familiar y financiero. Acabamos de empezar el año y ya tenemos una de las candidatas a ocupar el primer puesto de las listas de muchos cinéfilos gracias a unas interpretaciones y dirección espectaculares.