'El Faro': La luz en la oscuridad

'El Faro': La luz en la oscuridad

4´5 Butacas de 5

No es nada nuevo que el cine de terror está viviendo una nueva edad de oro. Con la llegada de los nuevos directores del género (como pueden ser Ari Aster o Jordan Peele), el horror se está abriendo a caminos más inusuales y menos desarrollados que en otras etapas, en las que el género estaba conformado, principalmente, por remakes de clásicos de los 70 y 80 y rebullos de manual. Ahora las historias originales abundan, y uno de esos responsables es Robert Eggers. El director, que ya conmocionó al público con su ópera prima, La bruja, vuelve al género este año con El faro, una de las películas más comentadas y esperadas desde su visionado en diferentes festivales de cine, como Cannes o San Sebastián.

El faro nos traslada a una inhóspita isla en mitad del mar, a finales del siglo XIX. Allí, nos encontramos con un farero, interpretado por Willem Dafoe, y su nuevo ayudante, interpretado por Robert Pattinson. Ambos tendrán que convivir, a lo largo de cuatro duras semanas, con el objetivo de mantener en buen estado el faro y la isla en la que habitan. Sin embargo, lo que parecía que iba a ser un mes sin importancia termina cobrando una nueva dimensión cuando ambos personajes comienzan a percibir comportamientos extraños en la isla y entre ellos mismos.

Es muy complicado hablar de una película tan delirante y rara (en el mejor de los sentidos), pero es que realmente El faro es una completa locura.  Robert Eggers coge mitos y leyendas clásicas que todos conocemos y las utiliza para relatarnos un cuento oscuro, que tiene como objetivo el hablar sobre la locura y la soledad desde el terror más tenebroso. Y no solo consigue que todos los elementos encajen, sino que además logra que te sumerjas en ese ambiente lleno de suciedad y maldad para terminar aterrado, como si de una película de terror al uso se tratase. Pero no, El faro no es una película normal y corriente, es un clásico instantáneo.

Ya todos notábamos que Robert Eggers era un cineasta característico y especial con su ópera prima, pero aquí se ha consagrado como uno de los directores más especiales del cine de terror actual. La dirección del estadounidense es sublime, consiguiendo transmitir ese ambiente angustioso y agónico que se puede percibir en cada plano de El faro. El cineasta consigue llevar el género del terror hasta otro punto que no se había explorada en profundidad, regalándonos una visión terrorífica de la locura humana y de nuestra propia mente, al mismo tiempo que te conviertes casi en un elemento más de la acción y de ese mundo.

Todo esto viene de un guion igual de pertubador. El faro tiene varios planos y diálogos que dan verdadero terror (en parte gracias al gran trabajo de los dos actores protagonistas, pero esto entraremos en profundidad más tarde). El guion sabe muy bien cómo introducir al espectador en la historia y como lograr que este termine encogido en el asiento de la butaca. Junto al diálogo, encontramos la manera tan efectista y perturbadora que tiene Eggers de manejar la cámara, que demuestra el talento que posee el director para hablar de la miseria humana al mismo tiempo que te aterroriza. Puede ser que la parte final de este relato resulte algo repetitiva y caiga en lo más rutinario, pero no por eso deja de ser igual de buena.

El apartado técnico es una gozada. La música ayuda a que el espectador se empape (y nunca mejor dicho) de la loca historia de estos dos fareros, atrayéndote hacia la acción como si de una sirena se tratara. También podría caber pensar que el estilo de grabación o el montaje podría llegar a comerse la trama, quedándose solo en el artificio técnico, pero para nada. El faro tiene todos los engranajes en su sitio para hacer vivir al público una de las experiencias más rocambolescas e inquietas que va a vivir en mucho tiempo. Pero sin duda su mayor logro es la fotografía de Jarin Blaschke, que sabe muy bien como utilizar todos los elementos que está a su disposición para la composición de este angustioso cuento. 

La película puede tener muchos elementos que funcionan a la perfección, pero indudablemente su gran baza son sus intérpretes. Willem Dafoe y Robert Pattinson son el dúo perfecto para El faro. Ambos actores hacen un trabajo sensacional en la película, llevando a sus personajes al extremo de la locura y del raciocinio. Nunca sabes por dónde van a tirar estos personajes, y eso es gracias a la interpretación que hacen ambos. Sobre todo, quiero alabar el trabajo que hace Robert Pattinson, que logra estar a la altura de un Dafoe en estado de gracia con una interpretación extrema, seguramente la mejor de toda su carrera. Una interpretación que, en un mundo justo, le debería de dar un Oscar.

En definitiva, El faro es una obra maestra de Robert Eggers. El cineasta consigue, en base a un guion tremendo y aterrador sobre la soledad y la locura a la que se enfrenta la obra, una película angustiosa, casi claustrofóbica, con imágenes perturbadoras y más aterradora que las que puede haber en cualquier película del género que hayáis visto en los últimos años. Pattinson y Dafoe (aunque sobre todo Pattinson) son el dúo perfecto para interpretar a unos personajes tan macabros y rotos como la misma película, que guarda, debajo del estilismo de su grabación y de su apartado técnico, una base tenebrosa.