2 Butacas sobre 5
Cats ya es un fenómeno. Desde el momento en el que se publicó el primer avance de la nueva película de Tom Hooper, no han sido pocos los cinéfilos que han esperado con ganas su estreno. Ese avance, con gatos que cantaban, bailaban, que a veces caminaban sobre 4 patas y otras veces sobre 2, ya habían logrado llamar la atención del público. Ahora, con su estreno, venía el desafío más difícil para la película: mantener el listón y convertirse en el fenómeno que todos estábamos esperando. Hoy hablamos de la película más perturbadora (para bien) del 2019: Cats.
La historia es una adaptación del musical clásico, una obra que logró la friolera de 7 premios Tony y el récord de permanencia hasta ese momento en la historia de Broadway (21 años estuvo en cartel). Cats nos cuenta la historia de una banda de gatos callejeros, llamada Jélicos, durante la noche en la que se elegirá el gato que irá al cielo, renaciendo en una nueva vida mucho menos dura que esta. Esa misma noche se una a la banda Victoria, una joven gata que ha sido abandonada por sus dueños en un callejón de Londres y que irá descubriendo cómo son sus nuevos compañeros mientras un malvado felino, Macavity, intenta arruinar la noche.
Podríamos tirarnos horas y horas hablando sobre los puntos negativos y positivos con los que cuenta Cats, pero intentaré ser lo más conciso posible. El primer factor negativo que encontramos es su trama, una trama que como se ha podido comprobar anteriormente, no resulta completa o, tan siquiera, construida. Esto viene de la obra teatral, así que no le podemos echar la culpa a Cats de su historia mal desarrollada o con falta de emoción, pero sí le podemos echar la culpa de su falta de comicidad o de bromas que resulten divertidas al espectador. Te pasarás toda la película divirtiéndote y riéndote de esta (que no con ella, aclaro).
Quitando este elemento de la ecuación, me parece que esta adaptación del musical no le hace justicia. Posiblemente, Cats sea una de las obras más complicadas de adaptar al lenguaje cinematográfico por lo abstracta e inverosímil que resulta su historia y por las peculiares características de sus personajes. Y, a pesar de eso, Hooper no ha tenido ningún problema en llevar al cine una obra de semejante magnitud (obviamente, sin éxito). Hay que reconocer la valentía que ha demostrado el director británico a la hora de lanzarse a la piscina con un proyecto de este calibre, pero la película se le ha comido. Un proyecto tan ambicioso como este era complicado que saliera delante de la manera correcta, y se nota que no ha sido así.
Otro de sus mayores fallos es la dirección del propio Tom Hooper. El cineasta, ganador del Oscar por su trabajo en El discurso del rey, no puede estar más desacertado en Cats, dirigiendo torpemente la película hacia un descontrol que no la consiguen salvar ni unos actores metidos de lleno en el frenesí ni la alegría de sus canciones. Todos sabíamos que Hooper no era el nuevo Orson Welles, pero no por eso deja de sorprendernos la capacidad que tiene el director para no acertar ni una en la realización de esta película. Escenas de coreografías mal rodadas, planos que no cuentan nada, movimientos de cámara caóticos y mal resueltos, etc., dan ejemplo de la mala dirección del británico. Una crónica de una muerte anunciada mal dirigida.
Indudablemente, el mayor error de la película es su CGI y sus efectos. Entiendo que intentar hacer una película en la que los protagonistas son unos gatos interpretados por humanos que cantan y bailan por las calles de Londres no es una propuesta fácil de realizar. Sin embargo, esta no era la mejor manera de resolver este entuerto. Estos felinos no resultan realistas ante el gran público, lo que hace que no puedas quitarte de la cabeza el hecho de que son grandes actores y famosos cuyas caras han sido puestas, como si de un efecto de Snapchat se tratase, en estos cuerpos de gato humanoides que no pueden resultar más perturbadores.
El resto del apartado técnico no puede resultar más fascinante. Se nota que han intentado poner toda la carne en el asador con esta fallida cinta en la que la fotografía de ese Londres de fantasía destaca por encima de todo. Junto a eso, Cats cuenta con una de las mejores bandas sonoras del año, llena de canciones que se te meterán en la cabeza y que no saldrán en muchas semanas. Indudablemente, la música es la gran baza con la que cuenta la película para llegar al público. Junto a eso, los números musicales y sus coreografías son dignas de resaltar, llenas de momentazos que te harán pasar un buen rato (seguramente, los únicos buenos ratos).
En el apartado interpretativo tampoco puedo decir gran cosa de los actores. Al contar con tantos efectos en su cuerpo y en su cara, me es casi imposible sacar una crítica adecuada de las actuaciones de Cats. Puedo destacar el gran trabajo que hace Jennifer Hudson, para mí el gran papel de la cinta, que logra un intento de emocionar a la audiencia gracias a su ‘Memory’ y con una interpretación notable y sensible de su Grizabella. Hudson es la única actriz que logra acercarse y que la audiencia empatice con su personaje. El reparto de Cats termina estando formado por actores y cantantes hasta ahora respetados que intentan salvar una película del desastre absoluto (pista: sale mal). Un cast al que se le podría haber sacado mucho más partido.
En conclusión, Cats es el mayor despropósito del año. Una película falta de trama, de humor, de interés y de ritmo que llega a caer en el aburrimiento en varias ocasiones. Sus mejores momentos son gracias a unas canciones y a unos libretos llenos de alegría y letras pegadizas que harán que el espectador no pueda dejar de acordarse de ellas. El resto se acaba convirtiendo en una macedonia de perturbación, vergüenza ajena y unos actores que hacen lo que está en su mano por salvar los muebles de una cinta que ya había nacido muerta.