2´5 Butacas sobre 5
A riesgo de que sea una opinión impopular, ninguna de las dos películas originales de Los ángeles de Charlie me parece una maravilla. Son cintas disfrutables, con un buen reparto y una mezcla hábil de comedia y acción, pero que habrían pasado sin pena ni gloria de no haber sido por sus estrellas y por el tirón de la serie original. Con este precedente, resulta bastante difícil entender el aluvión de críticas negativas contra un remake que no hace sino repetir la misma fórmula, salvo que introduzcamos en la ecuación dos factores totalmente ajenos a lo cinematográfico: la nostalgia (la misma que justificaba el primer remake del año 2000, y que ahora de pronto se vuelve contra el de 2019) y una discusión política tan necesaria como polarizadora.
Porque sí, esta nueva versión de Los ángeles de Charlie firmada por Elizabeth Banks está concebida para visibilizar la actualidad el movimiento feminista, y lo hace de forma abierta y sin complejos. Es algo que queda claro en el tráiler, en las entrevistas a Banks y el resto del reparto y en el abundante material promocional del film, pero que aun así sorprende y molesta a un amplio sector del público cuyo empeño por obviar todas esas señales y acudir al cine roza el sadomasoquismo. No, no todas las películas están pensadas para todo el mundo. Es posible que uno (énfasis en la o) no sea el target principal. Superémoslo cuanto antes.
Dicho esto, sería un error responsabilizar en exclusiva del batacazo a este estridente colectivo de… ¿damnificados? y asumir que Los ángeles de Charlie es una genialidad incomprendida. No lo es. Es una cinta disfrutable, con un buen reparto y una mezcla hábil de comedia y acción, igual que las dos anteriores (incluso superior a LAdC2: Al límite), pero que comete fallos mortales para cualquier blockbuster de espías. Principalmente, que pese a que las coreografías de lucha son (en general) muy convincentes, a la película le falta espectacularidad en todos los sentidos.
Tampoco ayuda el hecho de que la historia no sea capaz de sorprender en ningún momento (ni siquiera cuando uno de los personajes está cerca de romper la cuarta pared para confirmar con la audiencia que lo que acaba de pasar es sorprendente), ni que el trasfondo de los tres ángeles protagonistas se quede en un amago de desarrollo cargado de tópicos. Con todo, hay una trama solvente, escenas logradas y momentos de genuina comedia, además de guiños a la saga que alegrarán a los nostálgicos. La lástima es que el pegamento que debería unir todos esos elementos no funcione, y que Banks tienda a perder el rumbo entre el pulp desenfadado y la disertación sociológica.
No es, en definitiva, una gran película, aunque tampoco el espanto incalificable que algunos quieren hacer ver que es. Cierto que la integración del mensaje feminista no siempre es armónica, pero quizá de eso se trata, de crear disonancias. El recurso de usar un medio popular para reflexionar sobre temas serios tiene un valor inherente que solo parece molestar cuando, de entrada, uno no está de acuerdo con el mensaje. Por desgracia, si bien eso no basta para condenar un film, tampoco disculpa sus fallos. Había formas más acertadas de conseguir el efecto buscado (la autoparodia, por ejemplo, es un recurso que le habría sentado como un guante); a la hora de la verdad,sin embargo, Los ángeles de Charlie se queda en una tierra de nadie que no deja del todo satisfecho a nadie.