'Last Christmas': Los Millenials también celebran la Navidad

'Last Christmas': Los Millenials también celebran la Navidad

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Comienza la cuenta atrás para la Navidad y las productoras ya se ponen en marcha para captar a los espectadores ávidos de luces, olor a chimenea y besos bajo el muérdago. Sí, la verdad es que nunca he visto a nadie besarse bajo el muérdago, pero es lo que siempre se acaba haciendo en las comedias románticas navideñas, ¿no? Este año, para cubrir esa necesidad de risas edulcoradas con olor a mazapán llega Last Christmas (Paul Feig), protagonizada por la recientemente depuesta Madre de Dragones, Emilia Clarke.

Clarke interpreta a Kate, una joven de veintiséis años que parece no encontrar su lugar en el mundo. Lo suyo es tomar mala decisión tras mala decisión. ¿La última? Ha aceptado un trabajo como elfa ayudante de Santa en una tienda navideña. Es allí donde conocerá al misterioso Tom (Henry Golding). Sin embargo, a Kate todo le parece demasiado bonito como para que sea cierto. ¿Qué es lo que esconde Tom?

Nada nuevo bajo el sol, podemos pensar al leer esta sinopsis. De hecho, el principio comienza el mismo tópico de siempre con un personaje principal que por momentos parecía una Fleabag edulcorada o una Bridget Jones nacida en la generación millennial. Sin embargo, una vez pasado el primer cuarto de la película, Emilia Clarke hace suya a Kate, que consigue transmitir una personalidad propia.

Ambientada por la música de George Michael, Last Christmas transcurre hacia un final poco esperado que te hace replantearte todo lo que has estado viendo anteriormente. No obstante, la emotividad de los últimos diez minutos hace que nos sea imposible pensar con claridad. Por lo que perdonaremos que quizás haya, por lo menos, una incoherencia.

Se cierran también en el final las tramas secundarias con unas actrices de reparto, entre las que destaca la siempre perfecta Emma Thompson, que cargan con el cometido de hacernos reír a carcajada limpia, pero también de ahondar en temas como el aumento del racismo tras el Brexit, la visibilidad LGTBI o el choque generacional de los Boomers con los Millennials.