3 Butacas de 5

Hoy viernes 28 de marzo se estrena en cines de España A Working Man (2025), la nueva película dirigida por David Ayer (Corazones de acero) y protagonizada por Jason Statham (Transporter), que supone su segunda colaboración consecutiva tras la irregular Beekeper: El protector (2024). Ni más ni menos que Sylvester Stallone firma el guion junto al director, de una película tremendamente entretenida que sabe a lo que juega sin huir de un cliché continuo que en ocasiones conduce al ridículo, utilizando las fórmulas efectivas, pero más que manidas del cine de acción.

Levon Cade (Jason Statham) ha dejado su virulenta vida atrás para dedicarse a ser un obrero honrado y cuidar de su pequeña hija, pero cuando Jenny (Arianna Rivas), la hija adolescente de su jefe Joe (Michael Peña) es secuestrada, se ve irremediablemente empujado a retomar sus habilidades especiales de combate e investigación para dar con sus captores y devolver a la chica a su padre.
Ver una película de Jason Statham, por lo general, es saber lo que te vas a encontrar. El actor protagonista de la trilogía Transporter luce en pantalla dando mamporros, y eso es así. Así que con que hubiese de esos en esta película, a mí me bastaba. Y así ha sido, aunque con unos cuantos peros. La segunda colaboración Ayer-Statham sale bien a medias, porque, sin dejar de ser una copia de la típica fórmula de Venganza (2008, Morel) o El fuego de la venganza (2004, Scott) —películas muy superiores—, consigue colarnos casi dos horas de reiterativa narración sin que en ningún momento se haga pesada.

Los tópicos del cine de acción moderno rozan lo irrisorio en muchas ocasiones haciendo patente la falta de inventiva actual en algunas producciones comerciales, pero, aun así, A Working Man, tiene algo que hace que merezca la pena, y es la presencia de un Statham siempre a prueba de balas, rodeado de una serie de pintorescos personajes como sacados de un cómic, en entornos con una particular aura de fascinación —como el garito de los moteros—. A mí me vale con ese rey de los moteros ultra mazado recibiendo a nuestro héroe de acción en un trono hecho de tubos de escape, o esos hermanos rusos vestidos con las prendas más llamativas y horteras del mercado. Cuestiones como que muchas escenas de acción parecen estar rodadas y montadas para provocar un mareo al espectador quedan en un segundo plano con Statham interactuando en estos entornos.

Desde luego, A Working Man, que nada tiene de proletaria por mucho que lo pretenda, cautiva más en algunas de sus cuestiones concretas que en un retrato global muy manido. Desde luego, para mí, le gana a Beekeper: El protector. Homenaje incluido en la escena de la cafetería en que Statham anega en miel —puede que fuese sirope, pero me gusta pensar que es miel— las tortitas de su motero enemigo.
