4 Butacas de 5

No hay mejor forma de apelar a los sentidos que a a través del cine. Imagen y sonido se funden en una sola para transformar la experiencia del visionado en algo mágico. La ficción es capaz de crear realidades alternativas, universos paralelos, ventanas a través de las cuales dirigir la mirada del espectador hacía algo más. Algo transcendente. Algo imposible. Pablo Hernando abre unas cuantas ventanas con Una Ballena, un thriller cósmico abocado a la tragedia.

Cuando Ingrid (Ingrid García Johnsson) aprieta el gatillo, sus víctimas no saben quién les ha disparado. Su habilidad para infiltrarse y desaparecer sin dejar rastro la convierte en una asesina a sueldo despiadada. Pero ese poder viene de otro mundo, un lugar habitado por criaturas monstruosas, de las que cada vez emerge menos humana.
Una ballena es una película que se compone en sus silencios y se completa con sus escuetos, pero reveladores diálogos. Una película que nos sitúa en el escenario conocido de los mercenarios para elevarlo a algo más. Pablo Hernando convierte su película en una cacería despiadada. Un intento por atrapar algo valioso. Una ballena ahonda en el instinto humano por destruir aquello de lo que puede obtener beneficio.

La película entrega la dosis justa a un espectador que termina con hambre, pero satisfecho. Una ballena es una pregunta en sí misma. Una sin respuesta. Un animal majestuoso que aparece varado en la orilla de forma inexplicable. Una cinta que juega con el elemento del cazador cazado mientras se sumerge en una intriga cósmica hipnótica. A través de unas imágenes potentes y depuradas, el director consigue que prevalezca una sensación de desasosiego sobre la aparente calma de una historia que se cocina a fuego lento.
La dupla que conforman la fría y enigmática Ingrid García Johnson y el veterano y siempre notable Ramón Barea funciona a la perfección como contrapunto perfecto para una película en la que sobrevivir se centra en acabar con el otro. El diferente. No sin antes obtener de él lo necesario. El ser humano tiende a exprimir al máximo todo lo que le rodea; saca partido de aquello que se considera valioso y utiliza todos los mecanismos a su alcance. Algo parecido a lo que podría llegar a hacer una especie alienígena invasora.

Una ballena es un complejo thriller cósmico de factura impecable. Una propuesta valiente y arriesgada que juega muy bien todas sus cartas y compone una película que equilibra lo extraño con lo real. Un género en sí mismo. Una cinta con personalidad y el sello inconfundible de un autor que sabe lo que hace.
