'Novocaine': Adrenalina a tragos

'Novocaine': Adrenalina a tragos

3 Butacas de 5

El cine de acción ha tenido muchas fases a lo largo de los años y, sin embargo, todas estas reúnen en común que, como espectadores, siempre esperamos que al menos el género nos entregue piezas lo suficientemente entretenidas y llevaderas, más allá de que puedan llegar a convertirse en un producto que evoque tintes de autor que logren quedarse con nosotros por mucho tiempo. Con Novocaine no vamos a encontrar una propuesta tan arriesgada, pero sí que recoge los valores importantes del cine violento y humorístico que, cuando la película se lo propone, brillan en todo lo alto.

El punto de partida de Novocaine es estimulante: un hombre que es inmune al dolor se ve inmiscuido en la persecución y rescate de una de las compañeras de su trabajo, por lo que, para ello, tendrá que sobrepasar cualquier obstáculo físico y racional que le interpongan por delante durante toda esta travesía. El dúo de directores Dan Berk y Robert Olsen destacan por su ingenio en construir contextos donde se desarrolle la acción. Las secuencias técnicamente en sí no son nada sorprendentes y juegan en la liga de cualquier película de este tipo de los últimos años, pero la forma en que se suceden y cómo se van desarrollando sí que son realmente astutas y, sobre todo, divertidas por ese punto inesperado que se sostiene gracias a la dinámica de su protagonista, que da pie a muchas situaciones memorables por lo originales que son.

La historia en su conjunto es sencilla y no está especialmente inspirada, principalmente cuando dedica tiempo en pantalla a los personajes secundarios, que, a excepción del actor Jacob Batalon, que consigue robarse las pocas escenas en las que sale, los demás no despiertan interés alguno y, por momentos, pueden ser molestos cuando la película trata de empujar su nivel de importancia. A pesar de todo, el desarrollo narrativo en Novocaine, como en muchas otras, es solo una excusa para disfrutar del festival de violencia y delirio que explota gracias a su personaje principal, el cual, dicho de esta forma, es el corazón y el motivo absoluto por el que vale la pena darle la oportunidad a esta cinta. El actor Jack Quaid atrapa por su carisma y peculiar encanto. Después del primer acto, su personaje carga con el ritmo de forma excepcional y regula la poca relevancia de las demás tramas que rodean al relato inicial.

Novocaine no se rompe la cabeza al filmar la acción, pero los métodos con los que juega con la propia violencia son de admirar y mantienen una sinergia muy funcional con el humor que presenta a su vez. La película conoce los códigos del género y no se toma en serio, cosa que, aunque desde el inicio le cuesta transmitir de forma efectiva, termina por venirle bien junto al tono base de la película.