3 Butacas de 5

Asier Urbieta se estrena en la dirección con un relato marcado por las fronteras y la problemática migratorio como eje central de una mirada pausada. La isla de los faisanes es una película que ataca de forma directa la propia composición de las fronteras cuestionando su utilidad y el sinsentido de su férrea imposición. La película recorre durante hora y media un dilema moral al que muchos no seríamos capaces de enfrentarnos.

La isla de los faisanes es el condominio más pequeño del mundo. La mitad del año pertenece al estado español y la otra mitad al francés. Emerge en mitad del río Bidasoa, una frontera natural que separa ambos estados. Laida y Sambou, una pareja local pasea frente a la isla cuando, de repente, ven a dos personas cruzando el río a nado para intentar llegar al otro lado. Días después un cadáver aparece durante el intercambio de soberanía de la isla. ¿Quién se hace cargo?
La película se presenta al espectador con un ritmo pausado y una mirada alejada de los impulsos más modernos. Asier Urbieta no pretende lanzar cohetes al aire ni dotar de épica a un relato que no lo merece. La isla de los faisanes es una película de esas que refleja la vida misma, un drama naturalista que profundiza en un dilema moral importante en la sociedad de hoy en día: la migración.

Los prejuicios, la ardua burocracia legal y la mirada sobre el otro son algunos de los temas sobre los que la cinta reflexiona en un intento por plantearle una incómoda pregunta al espectador: ¿y tú qué harías en esa situación? Laida cuestiona constantemente a Sambou al no comprender por qué cuando debería haber actuado, no lo hizo. Se pasa gran parte del metraje tratando de luchar por lo que cree justo en un mundo donde la justicia parece una mera utopía.
La isla de los faisanes peca, por momentos, de ser como su protagonista, una defensora fría de causas que parecen perdidas y que se niega a aceptar unas reglas del juego injustas, pero aparentemente inamovibles. Quizá es este detalle lo que la lastra a un bucle constante donde la trama parece avanzar muy muy despacio y el espectador más reticente podría llegar a cansarse. La película remonta con un final potente y mínimamente esperanzador que nos vuelve a preguntar: ¿y tú, qué harías?

La isla de los faisanes funciona como drama a fuego lento y como cine social, sin embargo, creo que se queda estancado en un mismo lugar, convirtiendo a la película en un viaje mínimo a través de un tema con demasiadas aristas como para pasarlas por alto.
