4 Butacas de 5

Cuando Ana Asensio escuchó aquello de que la cabra siempre tira al monte decidió refugiarse por completo en la cumbre artística más hermosa: el cine. Contar historias, interpretarlas, narrarlas y poder construirlas le ha permitido seguir jugando como una niña feliz mientras expone en su cine algunas de las circunstancias oscuras y luminosas del ser humano.
Tras darnos desgarrarnos el alma con Most Beatiful Island en 2017, la directora y actriz regresa con una producción amable, tierna y cargada de una dulzura que se refleja en los rostros de sus dos jóvenes protagonistas.

‘La Niña de la Cabra’ es un canto generacional de amistad a la ruptura de las tradiciones que han sido impuestas por nuestros padres a lo largo de los años. El choque cultural entre las formas de educar, enseñar y pretender que sean las cosas sin abrir los ojos ante lo que tienen delante: una niña con ganas de jugar y ser libre.
El largometraje nos sitúa en el Madrid de 1988, lugar en el que descubrimos los ojos de Elena, una niña risueña que afronta la pérdida de su abuela, su mayor confidente y quien mejor la entiende. La incomprensión del mundo que la rodea, la falta de comunicación de sus padres hacia ella y los estigmas impuestos por la religión son los baches que se topa en el camino de una joven que pretende ser libre y explorar la vida con la ilusión de una simple niña.

Alessandra González (Elena) está fantástica como nuestra intrépida protagonista. Sus ojos reflejan la dulzura y ternura de una historia hecha con el alma de una cineasta que expone las inseguridades y miedos de la infancia en un mundo que debe prestar más atención a la nobleza de los más pequeños.
La vida de Elena cambia por completo cuando descubre a Serezade, una niña que acude por las mañanas al barrio de Elena junto a su cabra mientras sus padres trata de salir hacia delante a través de la música de un organillo. Las dos pequeñas poseen una química enorme demostrando que en la sencillez y naturalidad de las historias se tocan teclas mucho más emocionantes.

Junto a las dos protagonistas destacan en el reparto Lorena López, Javier Pereira, Enrique Villén y Gloria Muñoz como los adultos de una obra que encandila por completo.
La imposición del bien y el mal a través de la iglesia y sociedad, las metáforas audiovisuales además de los silencios y miradas son parte fundamental de una historia que atrapa al completo gracias a la nobleza de una cineasta que ha construido una de las películas más tiernas del año.
