'También esto pasará': relaciones desde la reflexión

'También esto pasará': relaciones desde la reflexión

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Hay películas que te hacen llorar con la sutileza de un golpe en la cara, y También esto pasará lo hace con la elegancia de quien te clava un bisturí y te deja sangrar despacito. Esta adaptación de la novela de Milena Busquets no es el típico drama de madre e hija donde una llora en la cocina y la otra grita en la habitación. No. Aquí la relación es más extraña, más cruda, más real. Como la vida misma, pero con mejor fotografía.

La protagonista, interpretada por una actriz que sencillamente lo borda, se mueve entre la nostalgia y la necesidad de seguir adelante con una naturalidad que asusta. Su desgarro no es épico, no es grandilocuente, no es para ganar el Oscar con un monólogo entre sollozos. Es ese dolor que no necesita subrayado, porque ya lo hemos sentido todos.

También es de agradecer cómo la película aborda las relaciones, no desde el juicio, sino desde la reflexión. No hay sermones ni moralejas, sólo personajes que se equivocan, que aman, que huyen y que vuelven. Y ahí es donde más brilla: en dejarnos ver sin decirnos qué pensar. ¿Podría ser menos evidente en algunos momentos? Sí. Hay escenas que te guiñan el ojo como diciendo “¿lo has entendido, espectador?”, pero se le perdona porque lo que deja es un poso bonito: una reflexión sobre la memoria, sobre lo que fue y lo que nos inventamos que fue. Porque la nostalgia es así de tramposa.

En definitiva, También esto pasará no revoluciona nada, pero emociona sin chantajes y nos recuerda que todos estamos hechos de recuerdos, reales o idealizados. Y que, por suerte o por desgracia, todo pasa.