3’5 Butacas de 5
Si hay algo que las películas de Paddington han sabido hacer desde la primera entrega, es recordarnos que el mundo necesita más amabilidad. Y aunque esta vez el osito más educado de la historia cambie el gris de Londres por el verde de la selva peruana, la esencia sigue intacta. “Paddington Aventura en la Selva” no reinventa la fórmula, pero la ejecuta con la misma precisión, encanto y sentido del humor que las anteriores.
Basada en los libros de Michael Bond y dirigida por Dougal Wilson, esta tercera entrega nos lleva a una aventura más salvaje. Paddington se embarca en una expedición para encontrar a su querida tía Lucy, quien desapareció mientras buscaba El Dorado. La película cambia las tazas de té y los trenes londinenses por lianas, ríos caudalosos y ruinas misteriosas, pero mantiene el tono entrañable y su impecable sentido del ritmo.
El elenco vuelve con los ya conocidos Hugh Bonneville, Emily Mortimer, Julie Walters, Jim Broadbent, Madeleine Harris, Samuel Joslin, y la gran Imelda Staunton, mi personaje favorito,mientras que Antonio Banderas, Olivia Colman y Carla Tous se suman a la aventura.
Uno de los grandes aciertos de la saga es su humor. Cada 30 segundos hay un chiste, y todos funcionan. Algunos se acercan a los típicos gags de pastelazo, pero hay una mezcla entre comedia visual y diálogos ingeniosos. El timing es preciso y, aunque mantiene su esencia británica, logra ser universal. Hay momentos absurdos, situaciones inesperadas y, sobre todo, mucha calidez.
Si las películas de Paddington tienen algo en común es que siempre dejan una enseñanza clara. Esta vez el mensaje es sobre crecer, salir del nido, enfrentar los miedos y, sobre todo, recordar que el verdadero tesoro es la familia. No importa dónde estés, ni qué tan grande sea la aventura, al final lo que realmente cuenta es con quién compartes el camino.
“Paddington: Aventura en la Selva” es una película familiar, entrañable y bien ejecutada. No arriesga demasiado, pero tampoco lo necesita. Es divertida, rápida y visualmente impresionante. El humor está afilado, los valores bien transmitidos y la animación sigue siendo un lujo. Quizá un enemigo más sólido habría elevado la tensión, aunque, seamos sinceros, este es un Paddington, no “Indiana Jones”.
