3’5 Butacas de 5
Angelina Jolie es una estrella, y eso queda claro. Es mundialmente famosa, y aunque últimamente no se prodigue mucho, sigue siendo una actriz que forma parte de la historia del cine. Con esta vitola de estrella clásica americana, se las ingenia para dar vida a María Callas en un biopic donde la hija de Jon Voight es el alfa y el omega. Esta película no se entiende sin ella, ni desde lo narrativo ni desde lo publicitario. Es un cóctel entre Jolie y Callas que, a pesar de ser espumoso, te deja un regusto amargo.
María Callas es la nueva película de Pablo Larraín, el realizador chileno que se está labrando una carrera basada en biografías de grandes personajes femeninos desde un punto de vista minimalista y con cierto fatalismo, por qué no decirlo. En sus últimos trabajos, como Jackie o Spencer, Larraín nos muestra el lado menos glamuroso y más íntimo de figuras como Jackie Kennedy y Lady Di, quienes luchan contra pesadillas internas que las van devorando.
En esta ocasión, Larraín juega con las mismas claves, mostrándonos el día a día de La Callas fuera de los focos, pero con menos abstracciones que en sus anteriores películas. Nos encontramos en los últimos años de vida de María, donde la cantante pasa sus días entre cigarrillos, entrevistas, conversaciones banales con sus sirvientes y largos paseos, como si de un espectro se tratase. Su motivación es recuperar su voz y volver a sus momentos de gloria, mientras combate contra un pasado que sigue muy presente en su vida. Una vez más, el director vuelve a explorar su temática favorita: los fantasmas que atormentan a sus personajes.
Vale, lo importante: ¿cómo está Angelina Jolie?
Pues está bien, realmente bien. Aunque no es su mejor papel ni de lejos. Sin ser un gran conocedor de la vida y obra de la cantante de ópera María Callas, puedo percibir todo lo que las une y lo que convierte a Jolie en la candidata perfecta para interpretarla. Sin embargo, la protagonista de “Inocencia interrumpida” tiene unos rasgos y una presencia tan poderosa que vampiriza la figura de Callas. Este es un retrato trabajado desde la esencia de Jolie, más que un trabajo de transformación en el personaje, como los que suelen ofrecernos actores de la talla de Daniel Day-Lewis.
Además, echo en falta algo de profundidad, de estar realmente dentro de la cabeza de Callas. Sin embargo, esto parece más una decisión de dirección, así que no se lo achaco a Jolie, porque ella cumple con lo que la película propone. Su actuación nos muestra los últimos días de una estrella en busca de redención, enfrentándose a sus miedos del pasado, mientras Larraín introduce, de vez en cuando, escenas que marcaron el carácter de la cantante.
Se agradece que se aborde una biografía de manera original, sin seguir la estructura típica que siempre funciona. Sin embargo, centrarse tanto en lo banal no le sienta bien a una historia que podría haber tenido mucho más desarrollo. Dicho esto, las escenas en la ópera son impresionantes, y la música que envuelve a los personajes y espectadores hace que, por sí sola, merezca el precio de la entrada.
