'Septiembre 5': política y televisión

'Septiembre 5': política y televisión

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Este viernes 31 de enero se estrena en cines de España Septiembre 5 (2024), la nueva película del director suizo Tim Fehlbaum (The Colony) que protagonizan Peter Sarsgaard, John Magaro, Ben Chaplin y Leonie Benesch, sobre un acontecimiento televisivo histórico que refleja las dinámicas de disputa por la información y las cadenas de mandos dentro de los medios de comunicación. Por abrir el apetito, aunque sin tener mucho que ver, si el año pasado El último late night sucedía en “directo” en un plató ─también en los años 70─, la de Fehlbaum sucede en el control de realización.

En plenos Juegos Olímpicos de Múnich de 1972 un grupo terrorista secuestró al equipo de atletismo israelí sembrando el pánico y la suspensión de las actividades. Los periodistas estadounidenses de ABC que cubrían el evento tuvieron que retransmitir el suceso inesperado.

Existen dos elementos diferenciados y fundamentales en Septiembre 5; por un lado, la cuestión televisiva en cuanto a la representación exhaustiva de la labor de realización y su alcance; por otro, la cuestión política en lo relacionado con el acto terrorista en sí y su forma de abordarlo. Si en lo primero Fehlbaum es certero y consigue mantener la tensión en todo momento, su forma de plantear el conflicto político deja que desear por la ambigua posición que adopta, más aún en nuestra candente actualidad. No obstante, creo que es más justo centrarse en lo que ocurre dentro del control de realización.

El director logra crear una tensión realmente palpable alrededor de ese grupo de personajes encerrados en el control que trata de mantener estabilidad ante una situación inusitada. Llegamos a olvidar realmente la magnitud del conflicto al que se enfrentan los periodistas por lo vertiginoso de un guion (Fehlbaum junto a Alex David y Moritz Binder) ─y su respectiva puesta en escena─ que apenas permite tomar respiro, siendo el punto de vista el aspecto clave para esta dinámica. Septiembre 5 se diferencia del thriller habitual por representar la acción a través del medio de comunicación que lo emite ─el primer acto terrorista televisado de la Historia─, convirtiendo su narrativa en algo mucho más interesante de lo que podría haber sido, por ejemplo, el punto de vista policial o incluso de los rehenes.

La tensión en el control ─podría haberse titulado así la película─, alcanza su momento cúspide cuando, en su tercer acto, aparece una información aparentemente veraz y las figuras de mando se debaten sobre si lanzarla a la pantalla o no, jugándose un error fatal pero la posible exclusiva. Es una secuencia que no dura demasiado, pero sintetiza a la perfección el estrés de la realización televisiva, la deontología periodística y lo valiosa que es la información. Creo que, en un mundo hiperconectado como el nuestro, ante una gran avalancha constante de la denominada desinformación, una película así es más interesante aún; aunque su tratamiento político sea bastante maniqueo. Intentemos fijarnos en lo que mejor trabaja: Septiembre 5 es un gran thriller televisivo.

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