3 Butacas de 5
El director francés Gilles Lellouche (Nadando por un sueño, 2018) dirige con pulso esta historia amor y violencia en un espectacular cóctel visual y sonoro con ritmo de videoclip. La película comienza con una espectacular y gran escena en la que te cuentan el final de la historia para dar paso a un largo flashback.
Jackie (Mallory Wanecques) es la protagonista de esta historia que arranca durante su infancia tras perder a su madre y criarse sola con su padre. En la adolescencia llega al instituto en el que conoce a Clotaire (Malik Frikah). Ella es hija de familia acomodada y él es hijo de familia numerosa y de clase obrera. Su padre trabaja en el puerto y su madre es ama de casa. Mientras Jackie es una chica aplicada que siempre saca muy buenas notas, Clotaire está haciendo sus pinitos como delincuente y busca en la banda de gánsteres con los que se junta aquello que no puede encontrar en su familia.
Se enamoran perdidamente y comienzan una bella historia de amor, pero todo se frustra cuando Clotaire es condenado a doce años de cárcel.
Los dos actores jóvenes tienen una química tremenda y están estupendos en sus papeles. Ella es una chica con carácter y muy buena estudiante, pero algo triste y solitaria mientras que él está lleno de odio e ira y explota por nada metiéndose siempre en peleas. Juntos sienten que todo está bien y que nada malo puede pasarles hasta que se tuerce.
Doce años después los dos protagonistas están encarnados por los actores François Civil y Adèle Exarchopoulos y son capaces de que veamos a los personajes adolescentes, pero con las heridas que ya les ha dejado la vida. Ella está rota porque su vida se paró cuando él entró en prisión y navega sin rumbo fijo. Trabaja en lo que puede y aunque tiene otra pareja y siente que está bien para ella no termina de funcionar del todo. Clotaire sale de la cárcel con la cabeza algo más amueblada con la idea de buscar a Jackie y saldar cuentas pendientes pero su ira no desaparece y tendrá que aprender a trabajarla.
Corazones Rotos nos ofrece un fresco generacional a través de la historia de amor de Jackie y Clotaire a lo largo de las décadas 70, 80 y 90. La ambientación, el vestuario y la espectacular BSO sumergen al espectador en un torbellino de emociones con esta historia de amor, intensa, bella y llena de violencia. Lellouche ofrece una combinación de drama social y romántico en el que muestra las huelgas de estibadores, las peleas entre pandillas por el tráfico de drogas y la desigualdad de los barrios obreros mientras que hay otra clase social que consigue con su trabajo tener una casa con jardín y piscina, buenos coches y ropa elegante.
El uso de las canciones sirve para además de para indicar la época en la que están los personajes como reflejo de sus sentimientos y demonios internos. Y es interesante el uso que hace de la violencia ya que mucha de ella está fuera de cámara y solo vemos las consecuencias, aunque hay peleas y tiroteos el director decide estilizarla con coreografías imposibles y con una estética de videoclip.
La película no inventa nada nuevo, pero consigue no aburrir durante sus de dos horas y media. Además, parece que el director decide jugar con el espectador y ofrecer un final diferente al que plantea en esa gran escena que abre la película.