3 Butacas de 5
En un mundo donde la productividad prima sobre todas las cosas, donde los engranajes son más importantes en conjunto que como piezas únicas, donde la gestión emocional es una asignatura pendiente, hablar de dolor no es sencillo. Para empezar, hay diferentes tipos de dolor y cada persona los experimenta de una forma diferente. Hay gente que convive continuamente con el dolor y no es capaz de sacudirlo, otros son alérgicos al dolor, algunos intentan autocomplacerse con el dolor ajeno… A real pain es una propuesta sencilla que ataca de forma directa el dolor. Una roadmovie con un par de protagonistas que cargan mochilas grandes y pesadas. Una película que no llega a sobrecoger, pero que plantea una interesante aproximación a la gestión del dolor.
Jesse Eisenberg debuta en la dirección con una película pequeña que parte de una premisa simple: dos primos viajan a Polonia tras la muerte de su abuela para ver dónde vivió ella antes de la II Guerra Mundial y comprender de dónde viene su familia, incorporándose ambos a un tour sobre el Holocausto. Kieran Kulkin y el propio Eisenberg son los protagonistas de esta comedia involuntaria que hace un recorrido por el dolor y los lazos familiares.
A real pain nos habla de esa búsqueda y comprensión del dolor que, por desgracia, todos llevamos a cuestas. Unos con más fortuna que otros consiguen avanzar con sus mochilas. Viajan, conocen gente, se divierten, mientras otros no son capaces de salir del aeropuerto. La película enfrenta a dos personalidades aparentemente opuestas y a través de una narrativa cristalina, el espectador irá descubriendo las verdaderas implicaciones de este viaje para sus dos protagonistas.
La cinta permite que las actuaciones brillen, siendo Kieran Kulkin quien se lleva todos los focos por su, siempre peculiar y aparentemente inspirada, forma de encarar sus personajes. A real pain es entretenida, pero no consigue conmover. Se queda a medio camino siempre entre el exceso de frialdad del personaje de Eisenberg y la locura extrema de Kieran.
A real pain no es una obra grandiosa, tampoco pretende serlo. No quiere revolucionar nada, simplemente poner en el foco el siempre esquivo y arisco sentimiento que tratamos de evitar: el dolor.