4 Butacas de 5
Luca Guadagnino lo ha hecho de nuevo. “Queer”, su más reciente obra y basada en el libro homónimo, es más que una película, es una experiencia sensorial, una invitación a explorar el deseo, la soledad y las emociones que nunca nos atrevemos a enfrentar, como casi siempre vemos en sus producciones. Ambientada en la Ciudad de México de los años 50, entre otras locaciones que no te esperas, es la historia de William Lee (Daniel Craig), un expatriado americano que lleva una vida solitaria hasta que la llegada de Eugene Allerton (Drew Starkey) lo saca de su sueño emocional. Lo que sigue es una relación tan ambigua como conmovedora, un “casi algo” que define el corazón de esta película.
Si algo sabe hacer Guadagnino, es convertir cada plano en una obra de arte. Cada encuadre de Queer cuenta una historia por sí mismo, mostrando lo que el diálogo o el silencio no pueden expresar. La cámara capta el deseo, la represión y el amor perdido en cada gesto, en cada mirada y en cada rincón de una Ciudad de México que se convierte en un personaje más. Es una clase magistral de fotografía, donde esos colores pastel hablan con la misma intensidad que los personajes.
Craig entrega una de las mejores actuaciones de su carrera, mostrando una vulnerabilidad que te desarma. William Lee lleva el corazón en la manga, entregándose completamente a una relación que sabe que lo lastimará. Su dolor es palpable, y su amor, tan crudo y real, nos recuerda que a veces, amar duele más que no hacerlo.
Por otro lado, Starkey encarna a Eugene Allerton, el típico hombre de los años 50: fuerte, atractivo y aterrorizado de sentir algo real. Su interpretación es sutil, pero poderosa, dejando claro que Eugene prefiere pretender que no siente nada antes que enfrentarse a la posibilidad de sentirlo todo.
Es cierto que el hilo narrativo de “Queer” a veces parece desvanecerse. Es confusa, extraña y a ratos casi inexistente en su estructura. Es como si Guadagnino nos invitará a perdernos en este caos emocional, recordándonos que el amor rara vez sigue un camino lineal. Lo que distingue a “Queer” es que Guadagnino no lamenta el amor no correspondido o los errores del pasado, realmente los celebra.
“Queer” no es para todos, pero para aquellos dispuestos a entregarse a su ritmo y a su intensidad emocional. Daniel Craig entrega una actuación magistral, mostrando una vulnerabilidad y profundidad que capturan cada matiz de su personaje. A esto se suma una fotografía impecable que convierte cada plano en una obra de arte, usando luz y encuadres para transmitir emociones que las palabras no alcanzan. Estos elementos hacen de “Queer” una película visualmente impactante y memorable, aunque no exenta de altibajos narrativos.