'Oh, Canadá': cuando la memoria, la ficción y la realidad se mezclan

'Oh, Canadá': cuando la memoria, la ficción y la realidad se mezclan

3 Butacas de 5

Tras la trilogía de hombres tóxicos buscando redención que compuso con El reverendo, El contador de cartas y El maestro jardinero, Schrader elabora un profundo análisis sobre la memoria y la perpetuidad de las imágenes. Oh, Canadá es un relato sostenido sobre los endebles pilares de la memoria humana. Una divagación personal que puede resultar aburrida para algunos pero que esconde alguno de los temas más interesantes de la condición humana

Un afamado documentalista canadiense concede una última entrevista a uno de sus antiguos alumnos para contarle toda la verdad sobre su vida. Una confesión filmada delante de su mujer.

El punto de partida resulta paradójico y estimulante, un documentalista, alguien que ña dedicado su vida al análisis de la verdad es incapaz de conocer la suya propia. ¿Es acaso el documental una forma fiel de capturar la verdad? ¿Existe algo como la verdad o es un mero constructor de nuestras percepciones? ¿Una persona pertenece a su pasado o a su futuro? Schrader carga su película con un buen puñado de reflexiones existencialistas y antropológicas.

Lo más llamativo y desafiante de la película es tener que convivir durante hora y media con un narrador protagonista poco o nada fiable. El relato de su vida está compuesto de memorias idealizadas, inconexas y ficcionadas. El espectador navega por un relato árido y donde no puede agarrarse a nada, ¿acaso son las imágenes el único vehículo de la verdad? No. Todo lo que esté intervenido por un alma humana se verá alterado.

Schrader compone una película críptica y muy insatisfactoria que ofrece buenas dosis de reflexión. Con un cast entregado a la causa y unas imágenes bellas, el veterano de Hollywood es experto en dejar películas con sabor amargo. Nunca se debe caer en lo superficial cuando se habla de un autor tan certero. Puede que Oh, Canadá carezca de un protagonista enigmático y perturbador pero sigue habiendo una necesidad de reconciliarse con un pasado nublado.

Oh, Canadá es una película cautivadora y profundamente pesimista. Lleva el sello inconfundible un Schrader incapaz de reconciliarse con su oscuro pasado. Un hombre atormentado y perseguido por sus reflexiones imposibles de saciar con una respuesta. Una película que pone de cara al espectador frente a las mentiras y alteraciones que sufren los recuerdos.

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