Resulta raro que, con la abismal montaña de libros y películas pendientes, saque tiempo para ver series. Y más aún con la saturación que sufre el mercado ahora mismo, en el que cada semana se estrena una nueva temporada y a los diez días ya no está de moda, ya se ha pasado. Sé que me pierdo mucho, pero soy incorregible. De lo que sí me he hecho bastante amigo es de las miniseries. Ya me quedé sin tiempo para escribir sobre la potente y necesaria Creedme (Netflix), por lo que estoy tratando de que ahora no me ocurra lo mismo con Modern Love, el verdadero pelotazo del año.
Modern Love ha llegado a Prime Video (Amazon) sin hacer apenas ruido, pero bajo la batuta de John Carney, ese maravilloso director que nos ha regalado preciosidades como Sing Street o Begin Again. Si las habéis visto sabréis de lo que hablo y por qué es imprescindible. Y es que Modern Love se convierte en un conjunto de relatos tremendamente bonitos y emotivos sobre la vida en general y el amor en particular. De las muchas imperfecciones que la convierten en perfecta. Pero no únicamente el amor romántico idealizado, también el amor hacia uno mismo, entre amistades, familiares… Compuesta por 8 capítulos de 30 min (por favor, vedla, que son 4 horas escasas) desarrolla una serie de historias tremendamente profundas y reflexivas, en las que gracias a un soberbio desarrollo de personajes, empatizamos con los personajes o nos vemos reflejados en ellos.
Esto al final es lo que busca el cine. La emoción, las sensaciones, la preocupación del espectador por un personaje ficticio, pero que bien podría ser real. Bien podrías ser tú mismo. Habla de las decepciones que se llevan las personas en la vida y la superación de las mismas; de enfermedades, de momentos perdidos, de amistades… De los vaivenes de la vida, de cómo juega sus cartas y nunca nada sale como lo hemos previsto. Y eso es bonito.
Sin duda hay que ser de piedra para no caer rendido ante una historia tan triste como la protagonizada por Anne Hathaway -tremenda actuación, por cierto- o ante ese primer episodio que desprende tanta ternura y emoción que cuesta olvidar, con esa Cristin Milioti que tantas alegrías me dio en Cómo conocía vuestra madre. También para no enamorarse de la mirada de Sofia Boutella en las escaleras del metro, de sus sonrisas en momentos duros. Y mucho más que no quiero desvelar.
Adaptar una columna del New York Times podría resultar una mala idea en manos de otros realizadores, pero el cariño que le ponen hace que resulte un perfecto reflejo de la vida, lleno de tristeza y emotividad. Un Nueva York de casualidades, de coincidencias. Y sí, en ocasiones lluvioso -ha llegado un punto en el que gracias a Allen he llegado a adorar una ciudad que no conozco-.
Volveré a Modern Love con una sonrisa. Espero que vosotros también lleguéis a ella y encontréis lo que yo he encontrado. Volveré a escuchar canciones tan preciosas como Days Aren’t Long Enough o Setting Sail, a esa cabecera compuesta por fotos que desprenden auténtica felicidad. Esos besos. Ese amor moderno.