3 Butacas de 5
Wim Wenders regresó con fuerza el año pasado gracias al éxito de la conmovedora “Perfect Days”, una película rodada en Japón que despliega toda la sensibilidad característica del realizador de “Paris, Texas” con la que fue la mejor soundtrack del año.
En esta ocasión, nos trae “Anselm: Das Rauschen der Zeit”, un documental en 3D, técnica que ya exploró de manera brillante en “Pina”, el homenaje cinematográfico a la afamada bailarina Pina Bausch. Quedando esta última mucho más redonda que la película que os comento a continuación.
En su nuevo largometraje, Wenders centra su lente en la vida y obra del pintor y escultor alemán Anselm Kiefer. La película narra su historia en dos líneas temporales, el pasado y el presente, a través de un minucioso trabajo de documentación y montaje. Sin embargo, a pesar de sus aciertos visuales, el documental a veces pierde fuerza narrativa, priorizando el espectáculo visual por encima de una historia potente.Y eso que la eclosión del nazismo y su autoexilio son temas con bastante fuerza dramática si querías hacer algo más aristotélico.
“Anselm” tuvo su estreno mundial en la 76ª edición del Festival de Cine de Cannes el 17 de mayo de 2023, donde se proyectó como parte de una sección especial y compitió por el premio L’Œil d’or, uno de los más importantes a nivel mundial. La obra busca iluminar la trayectoria vital del artista, su proceso creativo, su fascinación por el mito y la historia, y su capacidad para transformar estos elementos en arte. Wenders propone “difuminar” la frontera entre el cine y la pintura, ofreciendo una experiencia inmersiva que invita al espectador a sumergirse en el universo de Kiefer.
El propio Anselm Kiefer narra su vida mientras observamos su proceso creativo en una enorme nave industrial, rodeado de operarios como si aquello fuera Ikea y empleando un abanico de técnicas artísticas que llaman mucho la atención. Este enfoque dota al documental de una originalidad que lo separa de otras obras biográficas. Sin embargo, Wenders a veces abusa de un montaje recargado y simbologías demasiado evidentes, lo que puede resultar redundante. El mayor contraste reside en la tensión entre el origen del artista y su posición actual, un punto interesante que, no obstante, queda algo diluido.
A pesar de ser considerado uno de los grandes artistas alemanes del último siglo, el documental evita profundizar en la polémica o en lecturas políticas actuales sobre Kiefer, centrándose más en su obra que en su contexto. Esta decisión, aunque coherente con el estilo de Wenders, deja al público con la sensación de que se podría haber explorado más. Y por supuesto, sin llegar a grandes cotas como “El sol del membrillo” de Víctor Erice.
En su tercio final, el documental puede tornarse tedioso, a pesar de momentos visualmente bellos y una inmersión fascinante en el proceso artístico. Aunque “Anselm” no es un punto alto en la carrera de Wenders, no empaña su legado.
Seguiremos atentos a sus próximos proyectos, ya sean de ficción o documentales, porque Wenders nunca opta por el camino fácil. Su búsqueda constante de la esencia de la imagen y del alma humana continúa siendo una aportación humanista valiosa para todos nosotros.