3’5 Butacas de 5
Que se ponga. Y no sólo el enemigo se puso, sino que el episodio al que nos enfrentamos supuso el mayor reto vital para un referente de la comedia española que, en esta maravillosa película, nos descifran un poco más.
Era la tercera película que tenía la suerte de ver en el festival Abycine. Las dos anteriores, sin tratar de desmerecer un trabajo potente y poco cuestionable de ambos directores, me dejaron algo frío. La mirada subjetiva en el cine a veces limita el disfrute. No se puede evitar. Sin embargo, en esta ocasión, no fue así.
Dicen que la expectativa es el asesino de la diversión. Y es que acudía con un enorme interés por ver cómo era la obra que nos iba a ofrecer Alexis Morante, director de la película de Gila. Morante decide desarmar la expectativa y centrarse en ese episodio menos conocido de la leyenda de Gila: su etapa en la Guerra Civil, justo cuando peor le venía.
Resulta inevitable abordar comparaciones respecto a otros biopics recientes como “Saben aquell” de David Trueba, con la eterna mirada de Eugenio genialmente interpretada por David Verdaguer; o “Mientras dure la Guerra”, en la que Amenábar reproduce de un modo magistralmente emotivo el papel de Don Miguel de Unamuno en, de nuevo, el peor conflicto bélico de la historia reciente de nuestro país. Es curioso, pero no veo muy alejados los roles de Unamuno y Gila. Si bien el primero pudo ser acusado de equidistancia o de coqueteos con algún bando en particular, pretendió que, a través del pensamiento crítico y la conciencia política, no perdiéramos el sentido de la justicia y de un horizonte próspero definido por unos lazos firmes entre los españoles. Gila nos puede servir, del mismo modo, como un ejemplo de hermanamiento, aunque, en este caso, a través de la comedia (probablemente más válida y necesaria incluso que el ejercicio de la política). Y esto es algo que Gila construye paulatinamente a través de su contacto con la guerra junto a sus compañeros, a quienes (a través de sus chistes) trata de amenizar la estancia en la peor de las derrotas del género humano.
En lo referente a las actuaciones, no seré muy original ya que muchos que la vean también quedarán asombrados; no por el hecho de que no esperaran una gran interpretación, sino por lo desconocido de su autor. Óscar Lasarte, señoras y señores. Recuerden ese nombre. No sé si en el futuro será recordado principalmente por este papel, que interpreta con gran credibilidad y en el que se aprecia que disfruta simbióticamente con su personaje. Tampoco sé si podrá tener una larga trayectoria en la que siga sorprendiéndonos (espero que sí). En cualquier caso, llegado el momento de apreciar su arte interpretativo, nuestra enemiga expectativa, será más alta. Esperemos que no sea asesina de mi diversión.
Además del protagonista, este se ve acompañado de un elenco de mayor renombre: Natalia de Molina, Vicente Romero (una debilidad personal, y que está soberbio), Carlos Cuevas, etc. Todos giran alrededor de él, como no podía ser de otra manera. Y todos aportan elementos de crecimiento vital para el cómico madrileño.
Lo cierto es, que, si tuviera que ponerle un “pero”, sería en centrarse exclusivamente en el período bélico de la vida de Gila. Y no lo digo por el poco interés que esto despierta, porque Morante consigue mostrarnos durante la narrativa de la película, la enorme relevancia que tuvo en la construcción de Miguel Gila, de quien todos dibujamos en nuestra mente la imagen de un señor con un casco e indumentaria de soldado, agarrado a un teléfono en un sketch histórico, legendario e inmortal. Lo señalo porque, al finalizar, me quedé con ganas de saber más sobre Miguel Gila. Continuaré por el libro.