3’5 Butacas de 5
El cine no cuenta todavía con la longevidad del Imperio Romano, sin embargo, hay películas que tienen su eco en la eternidad. Gladiator es una de ellas. Un imponente y sobrio Russel Crowe y un Ridley Scott siempre certero con la cámara, dibujaron una de las más grandes y épicas epopeyas jamás vistas en la pantalla grande. Veinticuatro años después, el mismo director recupera la historia que conmovió a toda una generación de espectadores para actualizarla y hacer vibrar a una nueva generación. Con Gladiator II todo pretende ser más grande y mejor, demasiada ambición para una cinta a la que le falta lo más importante, el corazón.
Años después de presenciar la muerte del admirado héroe Máximo a manos de su tío, Lucio (Paul Mescal) se ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de los tiránicos emperadores que dirigen Roma con puño de hierro. Con un corazón desbordante de furia y el futuro del imperio en juego, Lucio debe rememorar su pasado en busca de la fuerza y el honor que devuelvan al pueblo la gloria perdida de Roma.
Gladiator II es una película inmensa. Un despliegue visual y artístico que bien merece pagar la entrada tan solo para disfrutar de sus postales. Ridley Scott entrega aquello que le funcionó a la perfección en la primera entrega y lo sazona con épica, agresividad y mucha testosterona. Sin embargo, se olvida del ingrediente más importante, el corazón. La secuela es más hueca que la anterior. El espectador no encontrará en quien agarrarse emocionalmente, puesto que cada personaje parece librar una batalla independiente.
Pese a los numerosos intentos de su protagonista, Paul Mescal se queda a medio camino y demuestra que esta es una armadura que le va demasiado grande. Más allá de grandes escenas de acción y combate, su personaje queda ensombrecido por la aún presencia del personaje de Máximo. El hueco vacío que deja lo rellena una leyenda de la interpretación. Un siempre correcto Denzel Washington que, tal y como hace su personaje, aprovecha el infortunio de los demás para aprovechar el momento y alzarse con el trono. Sin duda, es la estrella de la película.
Gladiator II es una cinta muy entretenida, cargada de épica y con unas escenas de acción que siempre aprueban de sobra. La película es una chuchería, apetecible por fuera, vacía por dentro. Ridley Scott reunirá y satisfará a una nueva generación de espectadores, es imparable y cada película que hace demuestra su ambición desmedida.