'El ángel de los pobres': un santo en teoría

'El ángel de los pobres': un santo en teoría

2’5 Butacas de 5

Abbé Pierre no es el nombre de nuestro protagonista, sino la consecuencia, el resultado de una guerra mundial —la segunda— que le dio el objetivo de acabar con la pobreza, el hambre y la falta de techo en las calles. La relevancia del personaje central de El ángel de los pobres es indiscutible.

Cualquier proceso de adaptación conlleva riesgos. Adaptar un libro al cine muchas veces causa la pérdida de un buen puñado de frases, de detalles y metáforas que no llegan a pasar el filtro de la imagen. Adaptar la realidad es ya un ejercicio suicida, un calvario que, para mi sorpresa, a veces sale bien. Y otras, como en esta ocasión, no tanto.

El ángel de los pobres tiene una estructura canónica: desde el nacimiento de Abbé Pierre como personaje hasta su vejez y muerte, allá por 2007. Es fácil prever qué partes de su vida van a ser representadas en esta película. Salta de lustro en lustro para no dejarse nada “importante” en el tintero. Por eso mismo, no llega a ser un estudio de personaje. Nunca nos quedamos a solas con él, quizá a excepción de las dos o tres últimas escenas de la película, cuando él mismo reconoce que “ha pasado de moda”. Es entonces cuando le vemos ser él mismo, sin discursos, sin esa voz tajante y pedagógica a la que nos tenía acostumbrados.

El valor de una adaptación no está en contarlo todo, sino en elegir bien, en capturar lo que realmente importa del original. La película se queda en la anécdota de lo que quiere contar, en la peluca blanca y la barba postiza, porque no me da tiempo (en dos horas y media) a conocer a ese personaje que actúa con una claridad y contundencia envidiables —casi sobrehumanas—, pero del que no llego a entender qué le mueve, qué le inspira, más allá de lo evidente. Es un personaje aséptico; interesante pero aburrido; excepcional, pero demasiado consciente de sí mismo.

Entiendo y admiro el propósito de la película, y creo que puede satisfacer a una parte del público, sobre todo en los momentos finales. El director y los guionistas, Frédéric Tellier, Alain-Michel Blanc y Olivier Gorce, hacen un trabajo titánico al adaptar una historia como esta y darle un tremendo sentido social y de actualidad. Salí con ganas de darle un abrazo a ese anciano, Abbé Pierre, que dio su vida por ayudar a los demás. Y de mi relación con la película, poco más.

Es un gran ejemplo de que quien mucho abarca, poco aprieta.