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Este viernes 31 de octubre se estrena en cines Jurado Nº 2 (2024), la nueva película dirigida por Clint Eastwood y escrita por Jonathan Abrams que escenifica un proceso judicial focalizado —como no es muy habitual— en uno de los miembros de su jurado popular. Una cinta sobria, incluso clásica, sin demasiado artificio, como suele acostumbrar el director estadounidense, que ofrece reflexiones morales interesantes sobre la justicia.
Justin Kemp (Nicholas Hoult) es llamado para formar parte del jurado popular en un caso de asesinato, al mismo tiempo que espera el inminente parto de su mujer (Zoey Deutch). Envuelto en el proceso judicial, se descubre luchando contra un gran dilema moral que podría influir en el veredicto del jurado… Tiene cierta información privilegiada.
Hace pocos días Eastwood comentaba en sus redes su intención de seguir haciendo películas, y es que, a sus 94 años, pareciera que nada puede con él. Quién imaginaba que ese hombre sin nombre de las películas de Leone rozaría el centenar con 41 largometrajes dirigidos a sus espaldas y otros tantos frente a la cámara.
Jurado Nº 2 se alza con una fuerza enorme en su austeridad, y logra su objetivo con creces. Su inteligente construcción narrativa no hace más que añadir capas de reflexión moral sobre el personaje principal y la película en general, que cristalizan en esa conversación final entre jurado y fiscal —maravillosa Toni Colette—, sobre qué es la justicia; o en definitiva ¿verdad es sinónimo de justicia? Una tesis que nos insta a cuestionar, o al menos observar, los mecanismos primarios de la sociedad y el individuo, y lo realmente inabarcable de la justicia; pues su estrecha relación con la moral a veces huye de las leyes escritas. Asimismo, la película incide en lo condicionante de las circunstancias personales en todo proceso legal —tal y como Lumet plasmó en su archiconocida 12 hombres sin piedad(1957), que sirve como evidente referente para Jurado Nº 2—, en que la imparcialidad requerida colisiona frontalmente con nuestra ineludible imperfección humana.
La nueva cinta de Eastwood avanza sin tropezar, con un ritmo dinámico y, sobre todo, un enorme interés por las decisiones del protagonista ante un dilema sin igual que, aunque pueda parecer deshonestamente orquestado —es casualidad inaudita la convocatoria como jurado del protagonista por su estrecha relación con el caso (que no voy a desvelar, aunque el tráiler lo haga)—, es habitual que el cine se construya sobre la excepción.
El personaje de J. K. Simmons, a pesar de cumplir su función narrativa, siento que es un cabo suelto, o desaprovechado para la película. Pero obviando esto y ciertos flashbacks superfluos, Jurado Nº 2 es un trabajo cinematográfico encomiable con una carga de reflexión cuyo eco perdura tras el visionado. Una cinta, esperemos que no testamentaria, que el maestro Clint Eastwood confecciona desde su habitual sobriedad técnica, con una elegancia notable en cada uno de sus aspectos.