3 Butacas de 5
‘La red fantasma’, el primer largometraje del director francés Jonathan Millet, llega a España con su proyección en la 69.ª edición de SEMINCI en Valladolid tras ser el encargado de inaugurar la Semana de la Crítica de la 77.ª edición del Festival de Cannes. Un thriller basado en hechos reales que pone sobre la mesa un conflicto tal vez olvidado por los espectadores, la crisis humanitaria en la que está sumida Siria desde 2011 con el estallido de una Guerra Civil. Un país que después de trece años no ha podido cerrar todas las heridas creadas.
Millones de sirios tuvieron que dejar sus hogares para buscar una segunda oportunidad en países más seguros, normalmente europeos. La película narra la historia de Hamid (Adam Bessa), uno de estos exiliados sirios, que en 2015 se encuentra reasentado en Estrasburgo, con un cometido que lo ancla a su tierra natal. Se podría pensar que a partir de aquí uno va a poder dejar atrás el pasado turbulento, para poder forjarse un futuro en un nuevo mundo aparentemente lleno de oportunidades. Hamid no ha podido tomar esa dirección. Guiado por un terrible trauma, nuestro protagonista se verá metido en una red clandestina de compatriotas, que repartidos por todo Europa, tendrán la misión de encontrar a exiliados sirios afines al régimen dictatorial para llevarlos ante la justicia.
Desde el principio te vas a encontrar con una película sorprendentemente sensorial. Muchas veces solo el sonido, como la respiración acelerada del protagonista, va a ser suficiente para llenar la pantalla. Siendo así una historia que se valida con detalles. Encontrando tensión y conflicto en espacios cotidianos. Valiéndose del género del espionaje de una manera comedida y evitando artificios, que muchas veces molestan. Sutilezas acompañadas de momentos difíciles de tragar, como los desgarradores testimonios de las víctimas del torturador al que Hamid parece haber encontrado haciendo vida normal en una cafetería de universidad.
A partir de este momento, ambos personajes, espía y espiado, van a ir acercándose cada vez más. Manteniendo tu interés con un buen guion hasta llegar al clímax, que tal vez, tenía que haber tardado un poco más en aparecer. El choque entre ambos se va a resolver de manera perfecta, la mejor escena de la película sin duda, pero que la va a dejar con un tercer acto que ya no suscita tanto interés. También con un Hamid más apagado, al que le van a arrebatar sin motivo la personalidad que tanto aportaba a la película. Y es que el trabajo actoral de Adam Bessa tiene muy poco que reprochar, transmitiendo mucho con muy poco, con un papel camaleónico. Me cautiva el lado que saca Hamid cuando habla con su madre. Sus conversaciones fugaces a través de una pantalla, estando ella refugiada lejos de él en Beirut. Él haciéndola creer que lleva ese tipo de vida de la que antes hablábamos, prometedora y exenta de dolor. Una historia paralela al thriller de la que puedes llevarte cosas bonitas y aportando al apego que desarrolla hacia el protagonista, que va a hacer que quieras acompañarle con ganas hasta el final.
Con todo, ‘La red fantasma’ se siente sincera y necesaria en un contexto donde nos toca aceptar la imposibilidad de atender a todos los conflictos mundiales que coexisten, sobre todo con un foco mediático tan cambiante, donde hace dos día Ucrania era portada y ahora Gaza aglutina todos los titulares. Si encima consiguen entretenerte con una historia bien contada, sin excesos y con actuaciones creíbles, te queda una ópera prima digna. Atentos a los siguientes trabajos de Jonathan Millet.