'Fin de Fiesta': cuando el clasismo

'Fin de Fiesta': cuando el clasismo

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Escrita y dirigida por Elena Manrique, ‘Fin de fiesta’ es una irónica crítica al paternalismo que se muestra en nuestro país cuando se trata de hablar de inmigración. A través de unos personajes bien definidos y una trama tan delirante como verosímil, crea un relato incómodo de ver, pero necesario de contar y reflexionar.

La historia comienza cuando una patera llega a las costas andaluzas y uno de los inmigrantes (Bilal) que viajaba en ella logra escapar de las autoridades escondiéndose en una casa señorial. La enorme casa está únicamente habitada por la señora (Carmina) y una joven asistenta, así que es fácil pasar desapercibido. Sin embargo, tanto la señora como la asistenta le descubren, pero ambas se lo ocultan a la otra, generando momentos de mucha tensión, hasta que de manera imprevista se destapa todo.

Durante el tiempo que Bilal está escondido en la casa, observa las dinámicas entre Carmina y su asistenta, que parecen vivir en dos mundos completamente distintos. Se establece una relación de poder y dependencia que no beneficia a ninguna, aunque ambas estén satisfechas con el resultado: la asistenta tiene un buen trabajo y la señora elude mínimamente la soledad en la que está sumida. Aun así, la distancia entre ellas queda claramente marcada por el clasismo de Carmina, quien menosprecia constantemente a su única compañía haciendo referencia a sus diferencias de clase.

Carmina, personaje inspirado en el “señorito andaluz”, parece que tiene constante atención de quienes le rodean, a pesar de vivir en una absoluta soledad, lo que hace que acuda al alcohol y las drogas para evadirse. Todo el que se acerca a ella tiene interés en su posición económica, aunque ella crea que la quieren por su posición social (lo cual no lo hace menos triste). Es una persona cargada de privilegios pretendiendo hacer ver que se interesa por los problemas sociales que ni de lejos le afectan. Un personaje que roza la parodia, pero se queda en un realismo tan caricaturesco como tristemente real y perfectamente reconocible.

Sonia Barba, quien interpreta a Carmina, realiza un extraordinario trabajo, llevando gran parte del peso de la película, sostenida por los personajes, y creando a una señora tan insoportable como vulnerable, extraordinariamente real. Completan el reparto Edith Martínez Val y Beatriz Arjona. Entre las tres consiguen que la película enganche e involucre al espectador en todo momento.

Tratando el drama de la inmigración y la necesidad de sobrevivir, Elena Manrique introduce más temas que nos incumben a todos, como el clasismo y el “complejo de salvador blanco” que tenemos a veces al pretender ayudar por nuestro propio interés. Es una magnífica reflexión a través de personajes muy reconocibles pero pocas veces tan bien representados. Una película sobre el privilegio y la xenofobia detrás de la condescendencia hacia el migrante.