4 Butacas de 5
La actriz Paz Vega debuta en la dirección una película tierna, poética y dura sobre la violencia machista.
Sevilla, 1984, es junio y las clases se han terminado para para Rita (Sofía Allepuz) y Lolo (Alejandro Escamilla) son dos hermanos de 7 y 5 años que viven en el seno de una familia obrera de la capital andaluza. Comienzan las vacaciones y el país está revolucionado con la Eurocopa de fútbol, donde España ha pasado de cuartos de final.
La película está rodada siempre desde el punto de vista de Rita y a medida que avanza la historia vamos viendo a sus padres a quienes la cámara tarda en enfocar. Su madre Mari (Paz Vega) es una mujer amable y buena que cuida de sus hijos y saca la casa adelante. Su padre, José Manuel (Roberto Álamo) es taxista y es un señor con muy mal carácter que siempre grita a su mujer por cualquier cosa que no esté a su gusto.
Rita tiene un amigo que es el vecino de abajo con el que a veces hablar en la calle. A su madre no le gusta que ella juegue con ese niño y no se sabe por qué hasta que se cuenta que su madre está separada.
María está pensando en separarse y busca un abogado, pero su hermana la disuade cuando se lo cuenta. No parecía que los gritos fueran a ir más allá hasta que vemos que la madre de Rita sufre malos tratos por parte de su marido. No se ven, pero se oyen y se tapan.
Mientras tanto, la vida de Rita y Lolo discurre entre el calor veraniego, los recados con su madre, pasar tiempo con la vecina o ir a la piscina, pero también entre los gritos de su padre a su madre que dan miedo a su hermano y al que ayuda a sobrellevarlos.
Paz Vega toma decisiones arriesgadas como rodar en cuatro tercios como sería en los ochenta o podría interpretarse como una forma de encajonar más los niños en el centro del relato.
Que los padres a veces aparezcan fuera de campo, cortados o en planos secundarios pero que se vea lo que ocurre o mostrar solo planos de pies y manos, así como el uso de la música y la radio para indicar la época en la que está ambientada la historia…
La película es reflexiva, poética y se toma su tiempo para explorar el mundo de Rita retratando el día a día en el barrio con una muy buena puesta en escena con los vecinos, el mercado o la fiesta hasta que realmente enseña sus cartas y sorprende porque parecía un bonito cuento infantil que muda a película de terror y da una bofetada al espectador en el final de la película.
La historia reflexiona sobre cómo era la sociedad española en los años ochenta, sobre el estigma de ser una mujer separada, como le ocurre a la vecina de Mari, y sobre la violencia machista porque ese final genera preguntas en el espectador.
Hemos mejorado bastante pero aún queda trabajo por hacer para terminar con la lacra de la violencia machista de la que cada día hay víctimas.