3 Butacas de 5
Shin Chan: El superhéroe va como un tiro. Calcula rápido sus movimientos y deja espacio para lo que hace única a la serie. Aunque es una historia simple de superhéroe contra supervillano, poco a poco se llena del encanto que ha hecho de Shin Chan una franquicia longeva.
No hace falta haber visto otras historias del género. Aquí no hay picaduras de araña, ni villanos que nunca mueren, ni grandes parábolas para salvar el mundo. Todo sucede como viene, y tal como se apaña, se va. Es la esencia del superhéroe; el propio título lo define a la perfección.
La animación, la música y los chistes están bien entonados. Es un entretenimiento ligero, un episodio largo que no se hace para nada largo.
La película aborda tres temas: las redes sociales, la falta de empatía y la protección de los amigos. Aunque toca estos temas, el mensaje no es más profundo que el de cualquier episodio de 20 minutos. Los gags clásicos de la franquicia llenan el resto.
Hay algo de drama social aquí, aunque sea como una pegatina. Pero la interpretación que hace de las diferencias sociales, de la formación colectiva de un villano, me pareció lo más sugerente de la película.
La principal novedad es el uso del 3D. Es la primera vez que vemos a Shin Chan, Hima y Nevado en tres dimensiones. De pronto, la serie cobra una vida distinta, una modernidad rara. Esa extrañeza dura lo que tarda en aparecer la primera travesura de Shinnosuke. Nada ha cambiado realmente.
Shin Chan: El superhéroe es optimista y divertida. Al final, queda la sensación de haber visto un episodio nuevo de Shin Chan, y eso es mucho decir para una serie que lleva más de 1200 capítulos y 30 películas a sus espaldas. Es simple y directa como una flecha, y gracias a esa simplicidad, Shin Chan consigue librarnos del aburrimiento.